Por Editor del Norte
El Perú es el principal
exportador de cocaína en el mundo y el narcotráfico en nuestro país genera
aproximadamente 20 mil millones de dólares por año, según un informe del diario
estadounidense The Wall Street Journal. Esta lacra social ha venido corrompiendo
los tejidos y las instituciones representativas de la sociedad peruana hasta
alcanzar a la política y sus autoridades en las garras de este cáncer mortal
que es el narcotráfico, cuyas consecuencias y daños colaterales es la violencia
e inseguridad ciudadana que hoy vive el País.
LA
DÉCADA DEL ASCO
Pero, es a raíz de la
llegada al poder de cambio 90 y la dupla Fujimori–Montesinos, que el Estado
corrupto y mafioso que existía en el Perú, alcanzó las mayores dimensiones
cuando desde (1990 – 2000) se instaura en el Perú: “La década del Asco”.
El 24 de noviembre del año
2000, en la revista colombiana Cambio, Roberto Escobar Gaviria, alias “Osito”,
hermano de Pablo Escobar, declaraba: "El
señor Montesinos colaboró bastante en los negocios de narcotráfico que manejaba
mi hermano Pablo en Perú desde el año 1986 hasta 1992 (...) Cuando Fujimori
estaba en la primera campaña para presidente, a fines de 1989, mi hermano dio
un dinero para esa campaña (...) Fujimori le dijo a mi hermano telefónicamente
que si llegaba a la presidencia con gusto le colaboraba en lo que estuviera a
su alcance".
Dos días después, de la
entrevista “bomba”, Fujimori hizo maletas y salió casi intempestivamente hacia
Brunei, para luego ir a Japón y desde allí lanzar su discurso final. “Osito” en
dicha entrevista afirma que Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori recibieron
un millón de dólares del narcotráfico para financiar la campaña electoral de
1990.
En mayo
de 1996 agentes de inteligencia de la Fuerza Aérea del Perú descubrieron un cargamento de 176 kilos de
cocaína, nada menos que en el avión Presidencial. El piloto Luis Escárcega Ishikawa, era uno de los
edecanes del presidente Alberto Fujimori. En julio del mismo año, encontraron
otro cargamento, esta vez en un barco de la Marina. La revelación causó
estupor y desconcierto en el país.
Sin
embargo, un año después de la incautación de la droga, en julio de 1997, el
entonces gobernante Alberto Fujimori exculpó en un discurso público a los
oficiales de la tripulación del narco-avión. Los oficiales no solo
fueron absueltos sino que uno de ellos, el
coronel FAP Óscar Salinas, fue premiado con un ascenso.
En el Perú de los noventa reino
un estado narco
Fujimori
y Montesinos, que gobernaron el Perú por más de una década, estuvieron
comprometidos con el narcotráfico. La primera clarinada de alerta se produce en
los primeros años de su gobierno. A inicios de 1991, apenas unos meses después
de la victoria electoral, su asesor Vladimiro Montesinos, comenzó a meter mano
en el comercio ilegal de la droga. Colocó al general del Ejército Nicolás
Hermosa Ríos al mando de las Fuerzas Armadas y mandó un nuevo paquete de leyes
otorgando amplios poderes a los militares sobre los valles cocaleros, con lo
que limitó el rol de la Policía Antinarcóticos.
Durante
esos años, como se sabría poco tiempo después, la mayor parte de los operativos
de la Policía con la DEA, destinados
a capturar droga o traficantes en la selva, fracasaban porque los detalles se
filtraban a los narcotraficantes al ser comunicados previamente al Comando
Conjunto del Frente Interno, bajo control de los militares.
Sin
embargo, este reconocido e impune vínculo de los militares en el valle del
Huallaga tendría sentido y sería explicable solo dos años después cuando, en
pleno juicio, el narcotraficante Demetrio
Chávez Peña Herrera, alias “Vaticano”, reveló que la principal razón
por la cual esa carretera operó como una pista de aterrizaje hasta 1993 fue
porque le pagaba 50 mil dólares mensuales a Montesinos por cada avioneta que
salía de la zona.
El gobierno de Alberto Fujimori
fue corrupto y tuvo claros vínculos con el narcotráfico
Por lo
que no sorprende que su hija Keiko
Fujimori admitiera en plena campaña electoral haber recibido US$ 10,000
dólares de la familia de Eudocio
Martínez alias “olluquito”, comprobado narcotraficante en el caso Hayduk. Tampoco sorprende el hallazgo
de 100 kilos de cocaína en los almacenes de la compañía de Kenyi Fujimori,
blindado por su condición de actual parlamentario con la complicidad de la
prensa basura, que hacen mutis para
tapar el caso y no llegar hasta las últimas consecuencias. Recientemente, un trascendido del Departamento del Tesoro de los Estados
Unidos permitió que se filtrara una información oscuramente vinculada al
escenario político peruano.
El
ciudadano Luis Santiago Calle Quiroz, radicado en Madrid y sindicado
como operador de una de las redes más peligrosas dedicadas al lavado del dinero
proveniente del Narcotráfico y con ramificaciones en Colombia, España y Perú,
ha sido detectado y denunciado por sus actividades ilícitas.
Curiosamente,
aparece en la relación de quienes sustentaron la campaña electoral de Keiko
Fujimori con significativas entregas. Es uno de los 25 aportantes más
calificados, reconocido por la propia oficina electoral del conglomerado Fujimorista
en nuestro país.
Aunque
ella, puesta al descubierto en la tramoya, haya optado por anunciar “la
devolución de la plata”, no se limpia de esa mancha que compromete a su
entorno. No podrá decir nunca “aquí no pasa nada”. Es más, ese dinero fue gastado para desprestigiar a su principal opositor, para afirmar que su padre fue el mejor presidente del Perú. Con ese dinero se compró el traje con el que fue a la fiesta electoral, no importa que ahora lo devuelva porque ya cumplió su objetivo. A propósito, ¿a quién se lo está devolviendo?
El
hermano de Luis Santiago, es Gerente General del Jockey Plaza -donde se
registró un desaguisado de polendas hace algunos años- y está relacionado a
otros hombres del fujimorismo, como Germán y Augusto Kruger; ambos muy
vinculados a la familia Fujimori el primero asiduo visitante del centro
recreacional de Barbadillo que le sirve como “prisión” al reo en la cárcel
dorada de la Diroes.
A
modo de Conclusión
Los hechos relatados, están
debidamente verificados, se encuentran en salas penales y la prensa, aun afecta
a los Fujimori, no ha podido silenciarlos. Si no prosperan es porque el poder
judicial está apro-fujimorizado y las ratas no se comen entre ellas.
El pueblo, con justa suspicacia, se pregunta
si todo esto no es demasiada
casualidad, que tanto Kenji como Keiko se disfrazan con la cara de “caídos del palto” cuando enfrentan las preguntas de la prensa.
Dicen que “cuando el río suena es porque piedras trae”… en este caso las piedras blanqueadas y pulverizadas se convierten en una denuncia silenciosa de lo que es no sólo el fujimorismo, sino el sistema económico-político que da impunidad a estas lacras sociales.
Dicen que “cuando el río suena es porque piedras trae”… en este caso las piedras blanqueadas y pulverizadas se convierten en una denuncia silenciosa de lo que es no sólo el fujimorismo, sino el sistema económico-político que da impunidad a estas lacras sociales.
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