domingo, 10 de noviembre de 2013

¿Se ha izquierdizado Nueva York, la capital del mundo?



  

Por Carlos Bernales
El reciente triunfo de Bill De Blasio a la alcaldía de Nueva York ha sido recibida con algarabía por muchos sectores de la sociedad neoyorquina. Las diferentes nacionalidades que conviven en La gran manzana, han sumado un tercio de la población votante para aplastar con sus votos al candidato republicano, Joe Lhota, que ha sido apoyado por Michael Bloomberg, el multimillonario alcalde saliente y especialmente con furia por los partidarios del Tea Party.

     "Mis amigos neoyorquinos, hoy han hablado alto y claro sobre la nueva dirección que quieren darle a nuestra ciudad", dijo De Blasio desde su centro de campaña en Brooklyn al anunciar el triunfo, mientras sus seguidores le saludaban con cánticos en inglés, español y hasta italiano.

      "No se equivoquen. La gente de esta ciudad ha elegido un camino progresista y esta noche nos ponemos en ese rumbo", ha insistido el nuevo elegido de las urnas.

¿Será verdad tanta belleza? 
De Blasio, durante su campaña, hizo referencia al libro de Charles Dickens, Historia de dos ciudades, para destacar que en Nueva York conviven ricos a la altura de Bloomberg con pobres que tienen niveles de vida comparables con Haití. Para superar el enorme abismo social, que revela una censurable inequidad, el flamante ganador de las elecciones, ha prometido una política de impuestos que gravará a los más ricos, comenzando por ajustar cuentas con Wall Street. Esto, presuntamente, contribuiría para expandir programas educativos.

      El hombre que asumirá el mando de la alcaldía el próximo enero, ha prometido acabar con el abuso policial, especialmente con el “stop and frisk” (Detener y registrar), que tenía graves secuelas racistas.

      También, entre sus promesas está la de crear una tarjeta de identidad para favorecer a los indocumentados y que servirá entre otros, para posibilitarlos de tener licencia de conducir y con ello evitar la persecución de la Migra.

Una historia… hasta hoy
De Blasio tuvo una infancia muy complicada. Su padre, veterano de la Segunda Guerra Mundial, se hundió en el alcoholismo y terminó su vida suicidándose. Ello lo llevó a cambiarse de apellido y usar el de su madre. Con perversidad extrema, la derecha ha sacado a relucir este triste episodio aislándolo de su fuerte contenido social para atribuirle un peligro psicológico individual.

     En los años 80, De Blasio apoyó a los sandinistas nicaragüenses en su lucha contra los “contras”, unos asesinos sicarios a quienes Ronald Reagan llamaba “luchadores por la libertad”. También en esa época conoció a la que hoy es su esposa, quien entonces era una lesbiana activista por los derechos de género.

     No cabe duda de que De Blasio ha sido practicante de una ideología política liberal, lo que se llama “progresista”. Por eso mismo ha despertado un odio furioso de toda la derecha. Comenzando por el propio alcalde Bloomberg, el multimillonario que durante su mandato ha acumulado miles de millones de dólares para su compañía.

      Ni que decir del Tea Party, para quien cualquiera persona que se salga de la doctrina fundamentalista de ultraderecha neonazi que ellos profesan, es calificado de “socialista” o peor aun, “comunista”. Son los calificativos que recibe, por ejemplo Obama, el presidente que se insinúa como el campeón de los inmigrantes y que, sin vergüenza alguna, ostenta el record de ser el presidente que más deportaciones y abusos policiales ha producido contra los inmigrantes, especialmente los hispanos, o latinos.

Cuidado, derechistas demócratas y republicanos
A pesar de las montañas de publicidad acumuladas para liquidar la candidatura de De Blasio, el pueblo neoyorquino ha sumado una cima mucho más alta de votos a favor del alcalde sin importarle que sea realmente o no un comunista. Esto revela un enorme cambio en la conciencia de millones de norteamericanos que están empezando a despertar.

       Son grandes, entonces, las expectativas creadas en torno a De Blasio, pero también las dudas de quienes creemos que las instituciones actuales se han convertido en estatuas de piedra maciza que no se pueden alterar ni bajo el conjuro de Venus a la estatua de Pigmalión.

      Esperemos que, al final de su mandato no se escriba, parafraseando la novela de Dickins, la Historia de Dos personas, en la que el De Blasio candidato, que ofreció un programa progresista terminó como De Blasio alcalde que gobernó como un Bloomberg cualquiera.

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