lunes, 3 de marzo de 2014

¿Será cierto?


¿Hubo pugna por el salario de los trabajadores en el gobierno de Humala?

Tal vez sí, tal vez no. Pero lo que sí es cierto es que el aumentazo logrado por el superministro de economía, Miguel Castilla, que duplica el salario no solo a los ministros sino a los altos funcionarios que maman de la teta del Estado, refleja claramente a quien representa el Estado que administra Ollanta Humala y que en realidad está titireteado por la Confiep que, como expresamos en la portada de la semana pasada, no es más que el cuchillo que corta el jamón del país, pero asido de la mano de quien ríe último: el imperialismo.

Ya sabemos que mencionar la palabra “imperialismo” hace que los derechistas jurásicos, nos acusen de trasnochados o de haber quedado retrasados en el tiempo. Como si el neoliberalismo no fuera un retroceso al famoso “dejar hacer, dejar pasar, (laissez faire, laissez passer), que exigiera el fisiócrata francés Vincent de Gournay, en el siglo XVIII, contra el intervencionismo del Estado en la economía. Incluso hay quienes, desde la izquierda, sienten vergüenza de usar este calificativo que más que adjetivo es una categoría económica estudiada a profundidad por los economistas contemporáneos mas destacados.

El Estado burgués es una apariencia de neutralidad.
Se presenta ante la sociedad como una institución imparcial, como el árbitro de un partido de fútbol que en el campeonato mundial debe ser oriundo de un país diferente al de los dos países que se enfrentan en cada serie para que haya imparcialidad. Pero se da el caso de que el Estado nunca es neutral. Es una institución de ellos, no nuestra. Es de la burguesía que en el Perú se agazapa en la Confiep o la SNM o la SNA, instituciones representativas del gran capital, especialmente extranjero, que es el que domina las inversiones en el Perú y que no solo determina la orientación de nuestra economía, sino también la forma como se distribuye la riqueza social cuya suma anual se conoce como Producto Bruto Interno (PBI).
Hasta donde se informa, el PBI en el Perú es una cifra que se acerca a los 210 mil millones de dólares lo que divididos en 30 millones de peruanos arrojaría una distribución de 7,000 dólares por cabeza. Es decir que si el promedio de la familia peruana la componen 5 personas, el ingreso debiera ser de 35,000 dólares por familia. ¿Qué rico, no?

Pero acá es donde comienzan los problemas.
Veamos, la población económicamente activa (PEA), es decir los trabajadores, son 17 millones de personas. De estos, por incapacidad de los patrones y porque el capitalismo es así, el 25% de estos trabajadores están desocupados, aproximadamente 4.25 millones de personas que arañan la tierra para sobrevivir. Los más de 12 millones que tienen trabajo, apenas ganan en su mayoría salario mínimo, 700 soles (250 dólares) mensuales, un total de 3,000 dólares al año. Esta última cifra multiplicada por los trabajadores ocupados arroja la cifra de 36,000 millones de dólares. Y si al monto del PBI que es de 210,000 millones de dólares le restamos el salario de los trabajadores, tendremos un saldo de 174,000 millones de dólares. ¿Quién saborea ese monto que representa el 82% del PBI? A que usted ya adivinó, amigo lector.
Es aquí donde se manifiesta la naturaleza real del Estado, ejerciendo la función de garantizar que los capitalistas se lleven la tajada mayor de la torta, y asegurando que sus utilidades sean cada vez un porcentaje mayor del PBI. Para ello es que garantiza, asimismo, la propiedad privada de los grandes medios de producción. Por ejemplo en el caso de la amazonía el Estado peruano ya llegó a concesionar el 92% de ese territorio en beneficio de las grandes corporaciones imperialistas.

¿Quién parte la torta?
Cuando alguien pregunta ¿Por qué es que los capitalistas se llevan la tajada mayor?, El Estado que, repetimos, representa a los capitalistas, empieza a contarnos un cuento, de que la producción se debe a los riesgos de los capitalistas que han puesto su capital mediante inversiones que han dado un trabajo, al que hay que sumarles costos por aquí y por allá de lo cual termina siendo que 90 tajadas pasan a poder de los capitalistas y 10 tajadas sobrantes para que los trabajadores se la disputen entre ellos.
Esa distribución, está determinada a la fuerza, con todo el poder represivo que tiene el Estado para hacerse obedecer, para lo cual cuenta también con el apoyo ideológico de los medios de comunicación que , 24 horas diarias durante todos los días del año, predican el sometimiento de la población al sistema capitalista.
La desigual distribución que resulta del dominio del Estado por los capitalistas da como resultado una violencia social entre los de abajo que terminan dividiéndose en estratos diferenciados por niveles de pobreza, y que los tecnócratas al servicio del poder capitalista, cada vez que aparecen en los medios nos hablan de sectores B, C, D, E, para distinguir a los sectores del grupo A, donde ahora aparecen los “super-A”, es decir aquellos que sobrepasan ingresos de muchos millones de dólares por familia.
En consecuencia, los salarios de los trabajadores, que dependen del Estado controlado por los capitalistas, nunca será mejorado porque eso significaría reducir las ganancias de ellos. Por eso, Humala que es el mayordomo de los capitalistas que se organizan en la Confiep, sigue sus ordenes y escudándose cobardemente en las faldas de Nadine, le hace decir que el aumento de los trabajadores no está en debate. Castilla, que ya aumentó su sueldo al doble, sonriente le aplaude. En Palacio, solo se debate el aumento de los que más ganan y las utilidades de los patrones.

¿Y los trabajadores? que se jodan.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario