Por L A T
El
crecimiento del último trimestre en Estados Unidos y la caída del desempleo son
señales aparentemente auspiciosas, sin embargo el Premio Nobel de economía Paul
Krugman y el ex secretario del Tesoro Lawrence Summers opinan que hay un
estancamiento no del todo diferente al vivido por Japón en las últimas dos
décadas – al que vive hoy EE.UU. . Sobre el tema Deán Baker codirector del
Center for Economic and Policy Research de Washington, dice lo siguiente: “No
hay razones para ser optimistas. La mayor parte del crecimiento se debió a un
aumento de los inventarios de las empresas. Que las empresas tengan todos esos
productos que todavía no han salido a la venta sirve para sumar un crecimiento
estadístico ahora, pero no augura nada bueno para el próximo trimestre si no
aumentan las ventas, que en este trimestre se mantuvieron en un 2 por ciento.
En términos de empleo, si seguimos creando unos 200 mil empleos mensuales no
llegaremos al objetivo del empleo pleno hasta 2019 o 2020. El problema de fondo
es que hay una demanda insuficiente en la economía estadounidense desde los
’90. Hemos tenido burbujas en los ’90 para sustituir esta caída de la demanda.
La burbuja del dot com y luego la de la vivienda”.
¿Puede la economía crecer sin burbujas?
No.
Seguimos dependiendo de las burbujas. Cuando Barack Obama asumió habló de
promover un crecimiento más basado en la producción manufacturera que en la
especulación financiera y ahora misma acaba de hablar sobre el impacto negativo
a nivel económico de la desigualdad, pero en concreto no ha pasado mucho. Hay
un desfase entre los discursos que pronuncian Obama y la política concreta. La
agenda comercial que está impulsando es la misma. A nivel financiero no ha
cambiado prácticamente nada. Tenemos un déficit comercial del 3 por ciento.
Mientras tanto estamos viendo un aumento de los precios de la vivienda. Quizá
no es todavía una burbuja, pero va en ese camino.
¿Qué impacto puede tener sobre la economía?
Creo
que en algún momento del año próximo va a haber una reducción de esta emisión.
Es difícil prever el efecto que tendrá en la economía estadounidense, porque
todavía hay mucho debate respecto del impacto que tuvo. Personalmente creo que
es una política positiva de estímulo, pero tiene que estar acompañada por una
política que evite la formación de burbujas. Hoy la Reserva Federal tiene una
política de guía de las tasas de interés por la que anuncia con antelación qué
tipo de tasa tendrá para el futuro, a veces un período de dos años. Lo mismo
podría hacerse con los precios de la vivienda para evitar una burbuja. Si se
sabe que se va a intervenir para que el precio no pase de un cierto punto, la
gente especulará menos. Al mismo tiempo, creo que el gobierno debería mirar lo
que hizo el Banco Central de Japón, que para salir de su estancamiento subió la
tasa de inflación mensual. La Reserva Federal debería hacer algo similar y
elevar las metas inflacionarias a un 3 o 4 por ciento. No creo que la
presidenta entrante, Janet Yellen, se atreva a hacer eso a menos que haya una
caída muy abrupta de la economía.
¿Qué impacto tendrá cuando efectivamente ocurra este relajamiento de
la flexibilización monetaria del que tanto se viene hablando?
Es
inevitable que estas intervenciones de la Reserva Federal tengan un impacto en
todo el mundo, porque son claves para fijar la tasa de interés a nivel mundial.
Esto sigue pasando a nivel financiero a pesar de los cambios globales que están
ocurriendo y la creciente importancia de China, que es también la menor
relevancia de Estados Unidos. Esta menor relevancia se ve más claramente con la
marcha económica en general. La economía ha estado creciendo a un ritmo bajo
del 2 por ciento en 2011, 2012 y en este año, y pasará lo mismo el año próximo.
Todavía nos falta mucho para volver al punto previo a la crisis de 2008. Y, sin
embargo, esto va a afectar mucho menos a América latina que en otras épocas.
Estados Unidos es hoy mucho menos importante para la economía mundial que en
otras épocas. Si China sigue con su cambio de modelo económico y creciendo al
ritmo de este último año, incluso un poco menos, pongamos un 6 o 7 por ciento,
esto le permitiría a América latina tener un buen desempeño aun si la economía
estadounidense sigue siendo débil.
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