lunes, 9 de junio de 2014

REOLIGARQUIZACIÓN Y UNIPOLARIDAD

“Caminamos hacia una reoligarquización de la política”
Raúl Wiener
(“El plan que está caminando”
La Primera 6 de junio de 2014)

Tiene razón Raúl Wiener, uno de los más lúcidos y documentados analistas de la izquierda peruana cuando, en sus notas del viernes y sábado últimos, advierte que estamos ante un plan de largo alcance que tiene por objeto devolver al Perú a épocas que el dominio oligárquico, cuando esta clase parasitaria hacía con el Perú y los peruanos lo que les daba la gana… siempre por supuesto atentos al interés del amo yanqui.

Según Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, pero a esta frase se debiera agregar que la política es la expresión de la economía. Y si convenimos en ello, no cabe duda de que en el Perú en los últimos 20 años ha habido un enorme retroceso en cuanto al desarrollo económico. De ser un país que desarrollaba (aunque de manera incipiente) una industria que se notaba en el producto bruto interno, hoy hemos vuelto a la economía de exportación de materias primas, que los economistas califican como “primarización de la economía o neoextractivismo para alcanzar un desarrollo sustentable”.
Autores como Eduardo Gudynas del Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), dice:
“[…] bajo esa estrategia, el objetivo del desarrollo nacional, como "desarrollo endógeno", se pierde; la autonomía frente a los mercados globales se desvanece. Las industrias nacionales no se recuperan, en varios casos se reducen. Mientras que en el pasado, en varios países la izquierda acusaba a la derecha por favorecerlas importaciones de bienes de consumo de Estados Unidos o Europa, en la actualidad, unas cuantas izquierdas gobernantes se entretienen con importaciones desde Asia.
Cambian los destinos del comercio internacional, pero la asimetría entre la venta de bienes primarios y la compra de manufacturas, se mantiene.” (http://rigofa2011.blogdiario.com/1305034001/)
De modo de que lo que sucede en el Perú y que es estudiado con profundidad por economistas y sociólogos, forma parte de un siniestro plan orquestado desde los centros de poder imperial y que están ampliamente documentados por documentales puntuales de RT (http://actualidad.rt.com).
No es entonces un plan de la derecha peruana lo que está determinando acciones como la concentración de medios o el monopolio informativo que no tiene nada que ver con la concentración económica, puesto que los periódicos integrados ahora por el grupo El Comercio, siempre estuvieron alineados políticamente en el neoliberalismo capitalista. El plan es reponer al frente del gobierno a la institución que representa a la oligarquía peruana como dos gotas de agua y que no es ni más ni menos que la organización naranja, el fujimontesinismo.
Ese plan de reoligarquización cuenta con el beneplácito de EEUU, hoy más que nunca puntual, debido a que el imperio intenta desesperadamente recobrar la hegemonía de una globalización capitalista que tuvo en sus manos a la caída del muro de Berlín y que hoy enfrenta la debacle de su unipolaridad frente a una Europa que políticamente empieza a resistirle y a una Rusia y China cuya alianza rompe definitivamente la hegemonía yanqui. La bi o tripolaridad pone en pánico a EEUU como la cruz a Drácula y eso exige sumisión a los países que aun se alinean tras el imperio y en el que Perú juega un factor importante en la Alianza del Pacífico: Chile, Perú Colombia y México que hace agua con la distancia que ahora le pone el Chile de Bachelet.
Ese es el “liderazgo”, que como bien dice Wiener es ahora la palabrita de moda” y que puesta en labios de Keiko Fujimori alcanza su profunda dimensión reaccionaria y represiva, lo que atrae a Washington, puesto que el fujimorismo en el poder nos ha de devolver a la época en que bajo el membrete de “terrucos” se atemorizó a toda la sociedad, se asesinó y desaparecieron dirigentes sindicales y comunales y lo que es peor con una impunidad que aun perdura.

En la segunda parte de su nota, “El único plan a la vista” Wiener se torna pesimista porque no ve alternativas al programa de la extrema derecha, entonces, apela a “los sectores democráticos y progresistas (para que) reaccionen a los riesgos y pasen a pensar la coyuntura en un proceso de dos años y más allá”.
En este punto es lamentable que Wiener apele justamente a quienes han puesto las demandas populares en un sombrero de mendigo esperando “por amor de Dios” que sus derechos se consigan como limosnas.
El hecho de que los reformistas (¿exreformistas?) a quienes se dirige Wiener no tengan más alternativas que ser parte del establishment, solo muestra lo alejados de la historia que están nuestros líderes de izquierda entre los cuales el propio analista de La Primera.
Porque no es cierto de que no haya alternativa al plan de la derecha. Lo hay aunque en el juego de la política oficial la izquierda revolucionaria sea para los medios una réplica de Garabombo el invisible.
El plan es uno solo: la lucha por la revolución socialista. Un plan anticapitalista que cuestione la propiedad privada de los grandes medios de producción, una política antiestatista que se manifiesta en la lucha contra la corrupción que se origina en el Estado por la burocracia que lo corroe. Una afirmación del derecho social a la propiedad y con ello el derecho de los pueblos a autogobernarse horizontalmente. Una nueva constitución de ilegalice la gran propiedad, que es la causa de la diferenciación de clases que históricamente dio origen al Estado cuya existencia es la perpetuación de las diferencias sociales.

Es el programa de la revolución socialista por el que luchan muchos militantes de manera invisible e ignorados por los “grandes dirigentes”, el que tiene la respuesta a la reoligarquización. Es cierto que aun no se vislumbra una organización sólida que represente a estos revolucionarios, aun en su fase de topos, trabajando subterráneamente. Pero ya aparecerán.
En cambio, el reformismo de los “democráticos y progresistas” ya no da para más aunque ante la disyuntiva de evitar el fujimontesinismo debamos una vez más votar por ellos al mismo tiempo que afilando la punta del zapato con el que les marcaremos el trasero cuando llegue la hora de sacarlos del poder, para la lograr la victoria final de los trabajadores y el pueblo. (KB)

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