El 2 de junio del año 2000, un camión de la empresa
RAMSA que trasportaba 175 kg. de mercurio propiedad de la empresa minera
YANACOCHA, fue desparramándolo a su paso por distintas localidades del
departamento de Cajamarca. Se vieron afectadas las de Choropampa, San Juan, La
Calera y otras localidades de ese departamento.
Al fracasar los
intentos de ocultar los sucesos, RAMSA y YANACOCHA, no tuvieron más remedio que
reconocer lo sucedido, catalogarlo como un accidente y repetir el embuste de
siempre, como “ya se están tomando las medidas más aconsejables, se sancionara
a los responsables con todo el peso de la ley, veremos cómo revertimos los
daños causados por el accidente” RAMSA y YANACOCHA sostuvieron que se trataba
de un terrible accidente, muchos lo señalaron como el resultado de la
negligencia repetitiva por parte de la minera, que no sólo fue considerada como
tragedia ambiental sino que además afectó la salud de 931 personas y la muerte
de 10 personas.
Un informe de la
Defensoría del Pueblo al respecto, puso en evidencia la complicidad del
Ministerio Público que teniendo los elementos suficientes no denunciaron a la
empresa minera Yanacocha, por delitos contra el medio ambiente.
Han pasado 14
años y hasta ahora no se sanciona a los causantes de la tragedia ni se
indemniza como corresponde a los danmificados. La razón es muy sencilla, los
implicados son Dionisio Romero (el hombre más rico del Perú) dueño de la
empresa de transporte RAMSA, y los dueños de Yanacocha y del mercurio derramado
son los Benavides, a quienes más bien los premian entregándole la concesión de
CONGA.
Tomado de LA MULA / PUBLICADO: 2011-10-13
Choropampa sigue
sangrando por la minería
Hace 11 años el
derrame de mercurio de la minera aurífera Yanacocha contaminó al distrito
cajamarquino de Choropampa. Niños, mujeres, hombres y ancianos enfermaron,
murieron o perdieron la vista. Hoy, los que sobrevivieron a ese delito social,
que el gobierno no fue capaz de controlar, siguen sangrando por las secuelas en
su salud y por la indiferencia.
Hace falta ver llorar a una mujer en un auditorio para recordar un
crimen como el que ocurrió en Choropampa, el distrito cajamarquino que será
recordado por haber sido escenario de una tragedia que sigue afectando la salud
de su población. El 2 de junio de 2000, un camión de Ransa que transportaba
mercurio que iba a ser usado en la extracción de oro por la minera Yanacocha,
derramó 11 litros (equivalentes a 151 kilos) en un tramo de más de 44
kilómetros entre San Juan, Choropampa y Magdalena.
Los culpables intentaron recoger el metal líquido que penetró en la
tierra y, peor aún, ofrecieron dinero a la gente para que ayudara a limpiar el
camino. Sin ningún equipo de protección, hombres, mujeres y niños recogieron el
mercurio en botellas, platos y hasta en chapitas para venderlo a la minera sin
saber que estaban ante un peligro mortal.
El mercurio penetró en sus organismos al estar en contacto con él o al
ser inhalado. En poco tiempo las secuelas se hicieron notorias. La gente se
empezó a enfermar, se llenaron de ronchas en la piel, sangraban por la nariz,
sufrían dolores de huesos y de cabeza. Se les caía el cabello. Algunos hasta
perdieron la vista. Varios, poco a poco, se fueron muriendo.
El documental “Yanacocha:
El precio del oro” (2002), dirigido
por Ernesto Cabellos y Stephanie Boyd, ha capturado el drama que vivió este
pueblo, que se enfrentó a la minera aurífera Yanacocha, la cual los amedrentó
con denuncias legales y que llegó a arreglos extrajudiciales con algunos de
ellos, pero que no se ha hecho responsable por un delito social que sigue
causando estragos en la salud de la descendencia de los choropampinos.
Hasta Lima llegaron Juana Martínez y su hermana mayor Hermelinda, dos
madres siguen padeciendo la tortura del mercurio en la sangre de sus esposos y
sus hijos, para dar su testimonio en el cineforo “Desde adentro, lo que las grandes empresas no quieren que sepas”, que ha traído de vuelta aquella terrible realidad,
en un ciclo de películas que muestran el daño ocasionado por las industrias
extractivas en Sudamérica.
“Yo no les miento”
Tras el derrame de
mercurio, 935 personas resultaron con niveles altos de este dañino metal (por
encima del máximo recomendado, 20 microgramos por litro). De los seis hijos de
Hermelinda, tres alcanzaron niveles de 118, 104 y 89 mg a un mes del accidente.
–Del 2005 a este año, ocho personas han quedado en coma en Choropampa.
Cinco de ellas se han muerto. Luisa Rivasplata (una enfermera) está en coma,
Consuelo Chuquitucto se ha quedado ciega y a mi hija se le ha dormido el lado
izquierdo del cuerpo.
Con la voz partida, Juana Martínez recuerda sus paisanos enfermos y se
le escapan las lágrimas cuando tiene que hablar de su hija Gina, de 23 años,
una estudiante de la Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo que sufre de
adormecimientos en el cuerpo y cuya vista ha sido dañada por el mercurio. El
año del derrame presentó 106,80 mg de mercurio en la sangre. Ocho años después
su nivel no baja de los 39 mg.
Luisa María
Cuculiza: "Yo estoy encargada por el presidente para venir a decirle a
ustedes, escúchenme bien, no se pongan en manos de ningún abogado porque el
mejor abogado de ustedes va a ser el presidente (Fujimori). Y cuando el
presidente dice una cosa lo cumple".
Sus otros cuatro hijos (dos de ellos estudiantes universitarios)
también viven con las secuelas producidas por esta contaminación. Y pese a que
Ivany y Shirley, de 6 y 3 años, nacieron después del accidente, su salud se ha
visto resquebrajada por el metal que se aloja en el aire, bajo tierra, en las
casas, patios y colegios de la zona.
–Nos decían que era rubeola, no nos prestaban atención, las
autoridades nunca nos hacían caso –cuenta Salomón Saavedra, quien ha sido
víctima del envenenamiento y cuyo hijo también está enfermo.
Después de que se diera el derrame de mercurio, la ministra Luisa
María Cuculiza viajó a Choropampa en representación del presidente
Alberto Fujimori y dejó un discurso que será parte de su biografía política. En
el minuto 29 del documental producido por Guarango se le ve decir:
–La persona encargada de vigilar que todo se lleve bien a cabo soy yo.
Por encargo del presidente. Me ha dicho “ministra, dígales a los pobladores de
Choropampa que yo, personalmente, me voy a encargar de que nadie quede enfermo
en este lugar”. Yo no les miento, es difícil que una mujer mienta. Y me moriría
de vergüenza de estar hablando tonterías.
Era junio de 2000. En setiembre de ese año aparecieron los famosos
vladivideos. Dos meses después, el presidente Fujimori viajó a Japón y renunció
vía fax por los casos de corrupción y de violación de derechos humanos
perpetrados durante su gobierno. Cuculiza, actual congresista por el partido de
la hija del ex presidente, había cerrado aquella furibunda intervención en
Choropampa diciendo:
–Yo estoy encargada por el presidente para venir a decirle a ustedes,
escúchenme bien, no se pongan en manos de ningún abogado porque el mejor
abogado de ustedes va a ser el presidente. Y cuando el presidente dice una cosa
lo cumple”.
Lot Saavedra, ex alcalde de Choropampa, condenado a tres años de
prisión.
“Si quieren matar,
háganlo”
Lot Saavedra era alcalde
de Choropampa cuando ocurrió el accidente y se desató el conflicto entre la
población y la minera Yanacocha, luego de que no se llegara a un acuerdo.
Hicieron una marcha en Lima, se cerró la carretera y Lot fue enjuiciado y
condenado a tres años de prisión no efectiva y a una indemnización por haber
encabezado aquellas manifestaciones en las que se le oye decir:
–Hay mujeres que están abortado acá por consecuencia del derrame de
mercurio, hay animales que nacen deformes (…) Tenemos 10 meses haciendo
reclamos y sin embargo ahora, en el momento de fuerza, ahí sí uno está mal,
pero cuando la gente se estuvo muriendo en el hospital ahí no aparecieron (…)
¿Por qué consintieron que la empresa minera Yanacocha atropelle los intereses
de Choropampa? –dice frente a un batallón de policías que miran al suelo,
avergonzados de su misión.
Con los ojos llenos de lágrimas, como volvería a hablarle después a la
población en una reunión donde pedía que no lo dejaran solo, Lot Saavedra
sostiene un altavoz y le increpa la policía que ha llegado para retirarlos de
la carretera:
–Y si quieren matar a
alguien de nosotros, háganlo. Háganlo ahorita.
El sucesor de Lot Saavedra fue el profesor Vicente Minchán Zárate,
quien murió el 9 de noviembre de 2008, a los 34 años, víctima del síndrome de
Guillan-Barré, una rara enfermedad que produce parálisis del sistema nervioso y
que está asociada a la contaminación por metales pesados como el mercurio. Si
aquella vez en la carretera loa policías no asesinaron al alcalde, siete años
después, la contaminación sí lo haría con su sucesor.
“Sin salud no tenemos
nada”
Salomón Saavedra,
poblador de Choropampa, afectado por la contaminación.
Entre los acuerdos
extrajudiciales que logró Yanacocha se incluyó un seguro que les proporcionó
una serie de medicamentos como ibuprofeno (para el dolor), complejo B
(vitamina), amoxicilina (un antibiótico), dexametasona (para las inflamaciones)
y clorfenamina (antialérgico) que sólo controlan el malestar pero que no
acababan con sus verdaderos males.
–Una farmacéutica en Chiclayo me dijo que botara esos medicamentos a
la basura, que no sirven para nada –cuenta Salomón Saavedra.
Las secuelas en las más de mil personas afectadas por el derrame se
agravan más. En épocas de calor, el mercurio que ha llegado a penetrar en la
tierra a más de dos metros de profundidad, se evapora y regresa al aire. El
2010, el ministro de Salud, Óscar Ugarte, aseguró que los choropampinos estaba
fuera de riesgo, luego de que dispusiera de cuatro médicos, dos enfermeras y
tres técnicos para la zona.
–El mercurio sigue afectando y la salud de la población está
resquebrajada. Lo que se les había pagado a algunos resultó una burla, una
estafa. Los únicos beneficiados han sido varios bufetes de abogados –afirma
Amparo Abanto, abogada de Grufides (Grupo de Formación e Intervención para el
Desarrollo Sostenible), una ONG que fundó el padre Marco Arana, autor de un
contundente informe sobre el daño del
mercurio en Choropampa.
Salomón Saavedra:
"Una farmacéutica en Chiclayo me dijo que botara esos medicamentos a la
basura, que no sirven para nada".
Ella está trabajando, junto a Amnistía Internacional, para que se le
otorgue una indemnización justa y un seguro de salud de por vida a la gente de
Choropampa. El caso se elevará hasta la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, ante la cual se demandaría al Estado Peruano por no proteger el
derecho fundamental de la salud.
–El Estado es indiferente, hasta la fecha ninguna autoridad hace algo
al respecto.
La Defensoría del Pueblo emitió un informe concluyente en el 2001
que señala que se violó el derecho fundamental a un ambiente equilibrado y el
derecho a la salud en Choropampa, correspondiéndole a Yanacocha el deber de
“ampliar la cobertura del seguro de salud a las personas afectadas”. La minera respondió señalando que:
“no existía riesgo de presentarse problemas de salud en el futuro” y que el
mercurio “no contaminó los suelos y la vida en la zona”.
Juana Martínez simplemente dice:
–¿Qué grandes empresas son esas? Se puede tener dinero pero sin salud
no tenemos nada. Ojalá que ustedes (al público que asistió a oír su testimonio
el 12 de octubre) puedan hacer algo para que no haya minería.
Después del desastre en Choropampa, Yanacocha ha sido protagonista de
diversos conflictos ambientales, políticos y
sociales. Para llevarse el oro a sus bancos han invertido 556 millones de
dólares. A cambio, a la población le han dejado mercurio en el aire, la tierra
y la sangre. Su orgullo es el incremento de sus utilidades, que el 2009 sumaron
713 millones de dólares. Su vergüenza brilla, como el oro de Cajamarca, por su
ausencia.
DOCUMENTAL:
https://www.youtube.com/watch?v=fG-XBAxLo94
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