domingo, 1 de diciembre de 2013

El mate burilado, un testimonio popular




Alfredo Portal Eyzaguirre

Un mate burilado es una historia redonda. En él los artesanos de Cochas, comunidad cercana a Huancayo, registran los acontecimientos que pertenecen a la memoria colectiva de ese pueblo. El buril, un punzón de hierro con mango de madera, graba sobre la superficie cilíndrica del mate las fiestas, matrimonios, las jornadas de trabajo en el campo, la vida y la muerte de los pobladores, que la mano del artesano imprime con maestría y arte, deteniendo el tiempo en esas imágenes que serán la crónica de los hechos para la posteridad.
El mate, "mati" en quechua, es una calabaza seca y endurecida, que tiene una antigüedad de 3,500 años, determinados por la aplicación del carbono 14 a restos de este fruto hallados en el valle de Chicama, en el norte del país. Estos antiquísimos mates estaban grabados y son el antecedente más remoto de la creación nacida de las manos privilegiadas de los artesanos de Cochas.

   Los mates preincas, han dado testimonios valiosos de la forma de vida de nuestros antepasados, de la misma forma que un mate burilado es el testimonio que informa de las actividades de la comunidad. Los materos cochasinos aprendieron a burilar, influenciados por los artesanos ayacuchanos de Huanta y Mayocc durante el intercambio de productos en las ferias de Huancayo. La curiosidad y asombro por los mates burilados, hacían que éstos tuvieran gran demanda entre los comuneros de Cochas Grande y Cochas Chico. Es a Luis Vilca, agricultor y arriero huanca, a quien se le atribuye la creación de un estilo propio que ya marcaba diferencias con el mate ayacuchano. 
    Era el proceso de quemado con quinual que le daba un tono diferente, más oscuro. El quinual crece en el valle del Mantaro, y en el proceso de quemado de sus ramas, la intensidad del calor es el que le da un tono más o menos oscuro al mate. La habilidad y conocimiento del artesano puede lograr 18 tonalidades, desde ocres anaranjados hasta marrones profundos, casi negros, que se usan para el burilado de diferentes temas, escogiendo el tono que se adecue a lo que se quiere contar.

   Luego del trabajo del artesano Vilca, las familias Medina, Dorregaray, Sanabria y otras, aprendieron el burilado, cada cual con su estilo o con una temática preferida. Estos conocimientos fueron transmitidos a sus hijos y a los hijos de sus hijos, logrando ese sello distintivo que le da la tradición al trabajo artesanal. 


LA TECNICA 

La forma en que se decoran los mates, es uno de los fenómenos de sobrevivencia cultural más antiguos en el Perú, por los antecedentes arqueológicos mostrados ininterrumpidamente a lo largo de la historia. Los mates iniciales de los huancas, se caracterizaron por el vigor de sus trazos y por las figuras de gran tamaño que representaban escenas de pastoreo, llamas e indios tocando quena. Luego se comprimieron los trazos, logrando miniaturas gracias a un burilado cada vez más preciso en la técnica.

    Mientras el fruto está verde, lo pueden moldear ciñéndolo con amarres para lograr la forma que se desea, por eso es que hay una gran variedad de mates, que le sirven al artesano para que en el burilado consigan con estas formas, grabar figuras de pájaros, animales o personas.

    Mariano Florez, huantino residente en Huancayo, es seguramente el punto de partida para la asimilación de la técnica del burilado, que luego sería asimilada agregándole un estilo peculiar y una coloración que los ayacuchanos desconocían, porque ellos grababan sobre los mates en su color original.

    Sobre Mariano Florez, dijo el pintor José Sabogal: Huanta, su tierra natal, guarda sus obras y yo le rindo mi homenaje a este gran artista.

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