Alfredo Portal
Eyzaguirre
Un mate burilado es una historia redonda. En él los artesanos de Cochas, comunidad cercana a Huancayo, registran los acontecimientos que pertenecen a la memoria colectiva de ese pueblo. El buril, un punzón de hierro con mango de madera, graba sobre la superficie cilíndrica del mate las fiestas, matrimonios, las jornadas de trabajo en el campo, la vida y la muerte de los pobladores, que la mano del artesano imprime con maestría y arte, deteniendo el tiempo en esas imágenes que serán la crónica de los hechos para la posteridad.
Los
mates preincas, han dado testimonios valiosos de la forma de vida de nuestros
antepasados, de la misma forma que un mate burilado es el testimonio que
informa de las actividades de la comunidad. Los materos cochasinos aprendieron
a burilar, influenciados por los artesanos ayacuchanos de Huanta y Mayocc
durante el intercambio de productos en las ferias de Huancayo. La curiosidad y
asombro por los mates burilados, hacían que éstos tuvieran gran demanda entre
los comuneros de Cochas Grande y Cochas Chico. Es a Luis Vilca, agricultor y
arriero huanca, a quien se le atribuye la creación de un estilo propio que ya
marcaba diferencias con el mate ayacuchano.
Era el proceso de quemado con quinual que le daba un tono diferente, más oscuro. El quinual crece en el valle del Mantaro, y en el proceso de quemado de sus ramas, la intensidad del calor es el que le da un tono más o menos oscuro al mate. La habilidad y conocimiento del artesano puede lograr 18 tonalidades, desde ocres anaranjados hasta marrones profundos, casi negros, que se usan para el burilado de diferentes temas, escogiendo el tono que se adecue a lo que se quiere contar.
Era el proceso de quemado con quinual que le daba un tono diferente, más oscuro. El quinual crece en el valle del Mantaro, y en el proceso de quemado de sus ramas, la intensidad del calor es el que le da un tono más o menos oscuro al mate. La habilidad y conocimiento del artesano puede lograr 18 tonalidades, desde ocres anaranjados hasta marrones profundos, casi negros, que se usan para el burilado de diferentes temas, escogiendo el tono que se adecue a lo que se quiere contar.
Luego
del trabajo del artesano Vilca, las familias Medina, Dorregaray, Sanabria y
otras, aprendieron el burilado, cada cual con su estilo o con una temática
preferida. Estos conocimientos fueron transmitidos a sus hijos y a los hijos de
sus hijos, logrando ese sello distintivo que le da la tradición al trabajo
artesanal.
LA
TECNICA
La
forma en que se decoran los mates, es uno de los fenómenos de sobrevivencia
cultural más antiguos en el Perú, por los antecedentes arqueológicos mostrados
ininterrumpidamente a lo largo de la historia. Los mates iniciales de los
huancas, se caracterizaron por el vigor de sus trazos y por las figuras de gran
tamaño que representaban escenas de pastoreo, llamas e indios tocando quena.
Luego se comprimieron los trazos, logrando miniaturas gracias a un burilado
cada vez más preciso en la técnica.
Mientras
el fruto está verde, lo pueden moldear ciñéndolo con amarres para lograr la
forma que se desea, por eso es que hay una gran variedad de mates, que le
sirven al artesano para que en el burilado consigan con estas formas, grabar
figuras de pájaros, animales o personas.
Mariano
Florez, huantino residente en Huancayo, es seguramente el punto de partida para
la asimilación de la técnica del burilado, que luego sería asimilada
agregándole un estilo peculiar y una coloración que los ayacuchanos
desconocían, porque ellos grababan sobre los mates en su color original.
Sobre
Mariano Florez, dijo el pintor José Sabogal: Huanta, su tierra natal, guarda
sus obras y yo le rindo mi homenaje a este gran artista.
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