lunes, 3 de marzo de 2014

LA RELACIÓN IDEOLOGÍA – ALIENACIÓN


Por Cristian Gillen

La relación ideología-alienación es un aspecto central del sistema de alienación visto como un todo. Es por ello que ir profundizando en su teorización es primordial, lo cual se hará a continuación a través de la descripción del proceso de producción inmediato a nivel de sus apariencias, centrándose sobre todo en el trabajo vivo.
A fin de producir, el capitalista requiere comprar capacidad de trabajo, es decir trabajo tanto físico como mental. Con ese fin, le paga un salario o sueldo al trabajador manual y/o intelectual, operación que convierte a este último en un objeto-mercancía, pero una mercancía que presenta la característica especial de ser portadora de un valor potencial. Debido a ello, el capitalista la metamorfosea en un elemento de producción, en un factor de producción-trabajo, al que como objeto o cosa lo combina con otros factores de producción, la maquinaria, los insumos. Esta combinación desemboca en su materialización en productos, que el capitalista considera suyos, y en un excedente que éste visualiza como una remuneración a su actuación.
Para analizar el sistema de alienación que se genera en el seno del proceso de producción que ha sido expuesto a nivel de superficie, de acuerdo a como la economía vulgar percibe el proceso productivo, partiremos de un estudio del trabajo visto no como objeto, cosa o factor de producción, sino como relación social concebida tanto como proceso y/o trabajo individualizado. En este análisis, haremos el recorrido inverso que se efectuó al describir la producción a nivel de las apariencias. Es decir que no se partirá de la circulación, sino del proceso de trabajo, donde el capital expresado en trabajo pasado (maquinaria, equipo, insumos) entra en relaciones contradictorias con el trabajo presente, lo cual se traduce por la elaboración de productos ajenos a los que los realizaron y en una plusvalía proveniente de que el trabajador produjo más que lo que le costó al capitalista. Los productos fabricados en un proceso de trabajo alienado se metamorfosean en mercancía con el fin de realizarse mediante su venta, donde el valor de cambio prima sobre el valor de uso. Asimismo, la plusvalía se transforma en ganancia como consecuencia de la competencia entre capitales.
El trabajo, que expresa una relación social, se ha visto alienado en el proceso de trabajo material al ser asimilado a un simple factor de producción, a un componente más entre los diversos elementos que entran en la fabricación, junto con la materia prima, los semielaborados, el equipo, las máquinas, entre otros. No se percibe el trabajo vivo como un trabajo humano que tiene sensibilidades y potencialidades, por lo que se le deteriora física y mentalmente al trabajador, haciendo que realice actividades físicas muchas veces repetitivas, que están subordinadas a la lógica del capital representado por el trabajo pasado, la maquinaria. En cuanto al trabajo mental, su creatividad está limitada a la necesidad de aumentar la productividad, en especial la del trabajo, para generar más plusvalía, que es la base de la reproducción ampliada de la producción capitalista. Sin plusvalía, la producción no tiene sentido capitalista, aunque trate de producir bienes y servicios fundamentales para la población.
Sintetizando, el trabajo sensible y con potencialidades es degradado en la producción misma al rango de factor, objeto, y el resultado de su trabajo se convierte en algo ajeno, en una cosa que pertenece al capital y que, para esconder su esencia, asume la forma de fetiche en la mercancía. En los distintos niveles en que está presente el trabajo alienado, ya sea en el proceso de producción mismo como en el seno del producto, su esencia se cubre. Por ello se ha generado lo que Lukács denomina la “reificación”, que hace aparecer a las relaciones entre hombres como cosas. Pero Lukács no lo ve como resultado del trabajo alienado en el proceso ni en el producto, sino en la circulación, donde los hombres son adquiridos como objetos metamorfoseados en mercancía y, en ese proceso, se oculta su carácter de seres humanos. No profundizaremos en la crítica a Lukács porque ya se hizo en un libro anterior[1], así como en este mismo trabajo. Como se puede ver, la reificación es la manifestación simbólica del trabajo alienado en la fase de valoración-circulación. El trabajo alienado en el acto de realización del producto tiene su expresión en el carácter fetiche de la mercancía.
En resumen, la realidad de la producción capitalista, que se revela bajo una forma superficial, transforma al trabajo y al ser humano en factores, cosas, mercancías, no permitiendo que se perciba la actividad productiva como alienante y explotadora de la mayor parte de la población, que consiste de trabajadores al servicio del capital.
Marx, en El Capital, se aparta del modelo ideológico de La ideología alemana donde la ideología tendería a distorsionar la conciencia y considera como un efecto del proceso de trabajo alienado a la ideología[2], la cual induce a disimular y a crear obstáculos cognitivos que repercuten en el conocimiento de la experiencia social. Esto significa que la ideología hace de las realidades sociales elementos de las justificaciones ideológicas[3]. La teoría del fetichismo de la mercancía es un elemento fundamental a tener en cuenta a fin de estar en condiciones de analizar las complejas vinculaciones entre ideología y alienación, por cuanto a través de ella se puede desentrañar la relación dialéctica que existe entre el trabajo alienado y sus expresiones en la realidad capitalista[4].
Por su parte, Althusser trató la ideología de manera totalmente disociada de la alienación, porque no concebía el trabajo alienado como categoría central del análisis marxista. También se distanció de la teoría de la reificación de Lukács, en tanto la consideraba como anexa a la alienación, que presupondría una esencia humana. Althusser, como “antihumanista”, renunció a la esencialidad humana.
Asimismo, el marxismo en Occidente tendió progresivamente a cambiar su crítica de las condiciones socio-económicas al analizar la inadecuación cultural de la sociedad contemporánea, abandonando la teoría de la alienación y centrándose en la crítica ideológica. Los poderes del “marketing” habrían generado una verdadera “industria cultural” que tiene gran incidencia en la creación del sentido común contemporáneo[5].
Sin embargo, esta visión ideológica disociada de la alienación no permite estudiar el proceso de trabajo alienado que se da en la producción en general, y más específicamente en la producción cultural, y como se manifiesta en los trabajadores del arte y sus producciones. Se queda solo en las apariencias y, por ello, no plantea alternativas realmente emancipatorias a la crisis cultural existente.


[1] Cristian Gillen. Cómo superar el neoliberalismo. Op. cit.
[2] Marx, en El capital, señala: “ese carácter fetiche del mundo de las mercancías… proviene del carácter social propio del trabajo que produce las mercancías”.
[3] Critiques de l’idéologie. Actuel Marx nº43.
[4] Para Rosen, el fetichismo de la mercancía contiene dos tipos de ilusiones: una ilusión con relación al carácter social de los productos del trabajo; y una ilusión con respecto a las relaciones entre los productores.

[5] Louis Dupré. Marx’s social critique of culture. Yale University Press. London. 1983.

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