lunes, 17 de marzo de 2014

SOS Perú



El gobierno de Humala está en aprietos. Aunque eso de “gobierno de Humala” es un decir porque por a juzgar por lo que se ha visto hasta ahora, en su régimen cualquiera gobierna menos él. Y no es que sea Nadine quien gobierna, lo que no sería la primera vez. Las personas mayores, deben recordar las bromas que se le hacían a Odría, por el enorme protagonismo de su esposa Doña María Delgado. Mas recientemente, se recuerda que doña Violeta Correa tenía mucho más peso y poder que nadie durante los gobiernos del arquitecto Fernando Belaúnde.
En ambos casos, Odría y Belaúnde, la oligarquía peruana o cerraba el pico o aplaudía el protagonismo femenino, desde el primer momento de su aparición pública, toda vez que fuera favorable a sus intereses.
No es el caso de Humala. Es que este personaje no salió de sus faunas, no pertenece a su linaje, ni estuvo de mayordomo de sus intereses antes de lanzarse al ruedo político. Lo que es peor, saltó a la palestra con un lenguaje de izquierda, mostrando el retrato de un Velasco Alvarado que para la oligarquía es como la cruz para Drácula, además, haciendo imperdonables contactos internacionales con el “chavismo” ¡Horror!
La oligarquía peruana no olvida ni está dispuesta a olvidar el pecado original del matrimonio Humala-Heredia, por mucho que ambos hagan todo lo posible para ganarse un alguito de amistad y respeto de la oligarquía. No lo lograrán nunca, volteen y miren al lado que fueren. Desde la derecha hasta la izquierda, Humala es el espectáculo de un soldado derrotado, llevando sobre sí pedazos y andrajos del uniforme nacionalista que algún día vistió.
El verlo arrastrarse sin pudor primero hereje, luego renegando de sus padres, de sus antiguos amigos, de sus aliados que dieron todo para llevarlo al éxito electoral, no lo hace ciudadano honorable o respetable. ¡Traidor!, le gritan por las calles los carteles y pancartas que antes llevaban la “O”, como escudo antifujimorista. “Pobre diablo” deben decir los burgueses en sus tertulias del club, entre el wisky en las rocas y un pasesito en el baño.
Como la traición es ahora su rutina, ya no tiene reparos en mostrarse como un proditor a todos los primeros ministros que han pasado por su “gobierno”. Creyendo que la traición es política de Estado, pensó que bastaba con cambiar de gabinete para que el circo de traidores que es el parlamento aceptara su nuevo Consejo de Ministros. Pero esta vez no ha sido así. El parlamento peruano fiel a sus malas costumbre ahora le exige repartija. Ya lo expresa Mulder, al pedir una semana de reflexión a Humala, para “negociar”.

¿Negociar qué? Nada más y nada menos que el indulto a Fujimori, que “casualmente” acaba de enfermarse gravemente con un “infarto cerebral? Y, por otro lado, el archivamiento del informe de la Megacomisión, para que el delincuente Alan García, pueda ser el candidato que la derecha peruana necesita para satisfacer su apetito de reelección vitalicia. (PL)

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