martes, 29 de octubre de 2013

MAS SOBRE LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ







Una historia de dimes y diretes.



“¿En qué se parecen la uña de gato y el ex-presidente Toledo?”

—“ En que cuanto más se les investiga mas se les encuentran nuevas propiedades”


Este chiste del humor negro peruano circula en estos días por las redes sociales del Internet. Pero no debiera darnos mucha gracia sino pesar.

Los peruanos tenemos un expresidente preso por ladrón y genocida y dos expresidentes investigados por cargos de corrupción con hartas probabilidades de ser encarcelados. ¿Por qué? En realidad no estamos solos. Un repaso a la historia reciente de Latinoamérica y el mundo, revela que la corrupción está generalizada hasta convertirse en modus operandi y política de Estado de la mayoría de gobiernos del mundo entero.

La escoba
Pero entre los peruanos se dice que “mal de muchos, consuelo de tontos”, y como “la caridad empieza por casa” preocupémonos de sacar la escoba y barrer hacia fuera y no esconder bajo la alfombra la apestosa basura de la corrupción y sacudirnos de esa desgracia de saber que si “en todas partes se cuecen habas; en el Perú solo se cuecen habas”..

Lo primero que debiéramos preguntarnos es ¿Desde cuando hay tanta corrupción en el Estado peruano? ¿Desde cuando se jodió el Perú, como se pregunta literariamente Zavalita, el personaje de la novela de Vargas Llosa Conversación en la Catedral.


Cuentazo no, historia
Hurgando en la historia, especialmente en el libro que ya nos sirve de cabecera, Historia de la Corrupción en el Perú de Alfonso Quiroz, vemos que el Perú, como país surgido del descuartizamiento del Tahuantinsuyo, nació deforme, con unas uñas demasiado largas y propensas a la rapiña y con un cerebro muy reducido. El Estado peruano se inicia desde el momento en que los conquistadores, que ya eran unos corruptos, mentirosos, desleales y haraganes, fueron derrotados por Pedro de la Gasca, un cura de cuerpo deforme, que sabía mucho de Maquiavelo y bajo terribles amenazas de muerte fue dejando sin aliados a Gonzalo Pizarro y Francisco de Carbajal hasta aislarlos por completo y llevarlos a la tumba.

Pero la derrota política no llegó al campo de la economía. Los conquistadores se las arreglaron para tener el poder en el estado virreinal que dejó La Gasca antes de regresar a España. Duchos con el sable y la rapiña, los conquistadores y sus descendientes fueron arrinconando a las autoridades civiles y religiosas venidas de España haciéndolas participar en tratos que menguaban las tributaciones a la corona, y permitían las fortunas e incrementos de los criollos.

Al soplar los aires independentistas y asimilarse a la naciente era republicana, los mismos funcionarios que robaban al rey de España, siguen siendo las máximas autoridades republicanas. Es así como con la independencia no nace un nuevo Estado. Nace simplemente una nueva forma de seguir robando desde el poder y con ello amasar inmensas fortunas sin necesidad de trabajar.

Corrupción y modernidad
Para qué trabajar si el país poseía enormes riquezas naturales y se contaba con los indígenas que constituían el “cholo barato”. Las castas que detentan el poder en el Perú tienen exactamente la misma mentalidad de hace 200 años. No es curioso que Aldo M. El “intelectual” de la ultraderecha, afirme permanentemente que “los peruanos no estábamos preparados para la independencia” insinuando que aun debiéramos ser colonias de España.

No es casual tampoco que hace 100 años Don Manuel González Prada afirmara que en el Perú “donde se pone el dedo salta la pus”.

El Estado peruano es en su naturaleza un ente corrupto. Aunque debe destacarse que durante el fujimorismo esta corrupción llegó a los peores niveles de envilecimiento. Cualesquiera que sean las intenciones del siguiente gobernante, siempre quedará atrapado en esa maraña corrupta con vida propia, que fuerza los mejores propósitos destacando una vez más que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”. Pasa no solo con el gobierno, sino con todas las instituciones del Estado, por ejemplo el Congreso, un verdadero nido de ratas (con poquísimas excepciones), donde impera el juramento de “por Dios y por la plata”.

Los tramposos
Hay un viejo dicho “hecha la ley, hecha la trampa”, en el Perú el refrán llega a mejores extremos: “los que hacen las trampas hacen la Ley”. Pero es que así como funciona el sistema político que el estado representa, asimismo funciona todo el sistema económico, con empresarios corruptos que despotrican del Estado que realizan sus mejores negocios ganando, “por debajo de la mesa” las licitaciones que les transfieren enormes fortunas. 

Pero no hay que desalentarse, Quiroz señala que junto con la corrupción nacieron hombres probos que se le oponían. Hoy la cosa es más extendida, la lucha contra la corrupción se da en un marco de lucha anticapitalista, con una juventud que da enormes muestras de valor y desprendimiento en esta cruzada contra el endémico mal de la corrupción. Apuntan bien los jóvenes al actuar contra el capitalismo, verdadero causante moderno de la corrupción. Una corrupción que afecta las relaciones humanas y sobre todo la relación de los seres humanos con la naturaleza. Ello acrecienta nuestras esperanzas porque ya sabemos que “no hay mal que dure cien años…” (KB)
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario