Por
Lucio Agustín Torres
“La historia de la humanidad es la historia de la
lucha de clases” Carlos Marx
Nunca la
humanidad ha tenido tanta riqueza ni ésta ha estado repartida de una forma tan
desigual. La
riqueza global ha subido un 68% en los últimos 10 años para llegar a un nuevo
máximo histórico de 241 billones de dólares y Estados Unidos representa casi
tres cuartos de ese incremento, según un informe elaborado por el banco Credit
Suisse. Mientras que la riqueza global promedio por adulto sería así de 51.600
dólares, en la actualidad el 10% más acaudalado posee el 86% del total de los
activos en el mundo. Y, es más, el 1% más adinerado posee el 46% de toda la
riqueza.
El 14 de agosto de 2011, Warren Buffet escribió un
artículo en The New York Times, titulado: Stop Coddling the Super-Rich (Dejad
de mimar a los superricos), donde decía: “la lucha de clases sigue
existiendo, pero la mía va ganando”. ¿Quién es Warren Buffet? Pues ni
más ni menos que uno de los ricos entre los ricos de Estados Unidos.
Hace cinco años, el 15 de septiembre de 2008, quebraba
el banco de inversión Lehman Brothers, uno de los símbolos del capitalismo
financiero global. Un año antes había estallado la burbuja especulativa con
préstamos hipotecarios denominados subprime. Estos seis años de crisis en
Estados Unidos y en Europa, economías que siguen estancadas o en recesión, han
profundizado la concentración del capital financiero y la riqueza. O sea, los
bancos culpables de la debacle económica global más profunda desde el crac del
’29 del siglo pasado se fortalecieron, y el núcleo minoritario de la población
que era rica ahora es más rica. ¿Cómo se alcanzó ese resultado si existe una
idea naturalizada en la sociedad, impulsada precisamente por el poder
económico, acerca de que en una crisis todos pierden? Lo logran porque tienen
un activo imprescindible para preservar privilegios: además del dinero, la
soberbia de los promotores de la ignorancia, que aquí hay en abundancia,
afirmaban: “La lucha de clases es cosa del pasado, no existe; todos son clase
media”. El economista jefe del Banco Mundial, Branko
Milanovic, informo en la revista Global Policy del primer cálculo sobre la
desigualdad global de los ingresos (2012) y ha establecido que el 8% gana el
50% de todos los ingresos del planeta.
Señala: “La desigualdad global es mucho
mayor que la desigualdad dentro de algún país en particular”, debido a que la
aguda desigualdad entre países se suma a la desigualdad dentro de cada uno de
ellos, y porque la mayoría de la gente vive en los países extremadamente
pobres, sobre todo las naciones dentro de 4.800 kilómetros del límite del
Ecuador,
La
desigualdad de la riqueza es siempre mucho más elevada que la desigualdad de
los ingresos, y por ello un cálculo razonable de la riqueza personal en todo el
mundo se encontraría probablemente en el orden de que el 1% más rico de la
gente posee la mitad de todos los activos personales. Esos individuos podrían
considerarse la actual aristocracia, en la medida en que su poder económico es
igual al de todo el 99% restante de la población del mundo.
Pero parte del crecimiento de la brecha de desigualdad
se debe en parte a las políticas económicas neoliberales que instituciones
internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y
la Organización Mundial del Comercio (OMC) han impuesto a los países en
desarrollo durante las últimas décadas, favoreciendo con tratados internacionales
de comercio a las grandes corporaciones contra los países pobres. “Estas
políticas están diseñadas para liberalizar los mercados a la fuerza,
abriéndolos a fin de dar a las multinacionales un acceso sin precedentes a
tierra barata, recursos y mano de obra. Pero a un precio muy alto: que los
países pobres pierdan alrededor de 500.000 millones de dólares por año de su
PBI” Es el caso del multimillonario norteamericano Ira Rennert dueño de Doe
Run, incremento su riqueza a costa del empobrecimiento, contaminación,
destrucción de generaciones en la Oroya - Perú. De esto temas la
prensa basura no pública.
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