Se dice que cada fin de año incita a la
reflexión. El solsticio de invierno, esta vez alineado con la Luna nueva, dicen
los astrólogos, anuncia cambios. Reflexión y cambio. Pero ¿en qué hay que
reflexionar y por cual cambio?
Tercamente apunto una vez más a
una vieja utopia que nació con el ser humano, con las primeras parejas que entre abrazos y
placer motivaron sus neuronas para hacer el placer infinito, mientras las penas
y amarguras quedaran convertidas en lamentos efímeros.
Del placer infinito construido en
esos abrazos, seguro que nacieron las mas naturales de las convicciones humanas: la solidaridad y la
igualdad.
Cuando el planeta no tenía dueño y las razas se mezclaban en copulaciones igualitarias, debió suceder que entró a funcionar la inteligencia como un reto a la adversidad. Y fue esa adversidad y el conflicto que surge a cada paso, a cada instante de la vida lo que, con seguridad, motivó en las primeras parejas humanas el deseo de la unión perpetua, para ser cada vez mejores como individuos y como colectividad.
Cuando el planeta no tenía dueño y las razas se mezclaban en copulaciones igualitarias, debió suceder que entró a funcionar la inteligencia como un reto a la adversidad. Y fue esa adversidad y el conflicto que surge a cada paso, a cada instante de la vida lo que, con seguridad, motivó en las primeras parejas humanas el deseo de la unión perpetua, para ser cada vez mejores como individuos y como colectividad.
Buscando el mejor camino para
llegar al sueño, los seres humanos han encontrado muchos desvíos,
abismos y precipicios, para volver muchas veces al punto de partida y
nuevamente seguir adelante. Así, hemos llegado hasta este nuevo
supuesto milenio, solo una fecha creada al azar por quienes aun creen gobernar
al tiempo, al año 2014 que se iniciará en pocas horas, y subleva suponer lo que nos dice la “tradición”, que el tronar de fuegos
artificiales quema el año viejo para dar bienvenida a un nuevo año.
En manos de los mafiosos que
gobiernan el mundo, esa fantasía metafórica se puede interpretar al revés. Cada año, en
realidad, se hace explotar y se quema el año nuevo para que el viejo siga
existiendo con toda su podredumbre hermanada con la corrupción, el modus operandi con el que el sistema
capitalista maneja los gobiernos de turno.
Es la razón por la
que el año nuevo recuerda demasiado al anterior que a los pocos
segundos de haber sido anunciado ya se advierte completamente envejecido.
Porque, ¿acaso no es cierto que
con el “año nuevo” siguen sobreviviendo las injusticias que hacen que el 1% de la
población mundial siga gobernando el mundo enriqueciéndose con la creciente y
desesperada hambruna que se empina, incluso, en los propios países
considerados “ricos?
¿Acaso, no es menos cierto que,
como en la novela de Saramago, cuanto mas crece la ceguera de los seres humanos
mas inhumana es la violencia derivada del no ver?
¿Y los tuertos capitalistas que
reinan en el mundo de los ciegos? El ojo bueno solo les sirve para ver hacia el
lado de las utilidades, sin ver el deterioro social y ambiental que producen
sus utilidades.
¿Estamos condenados a seguir
ciegos hasta que el planeta sea destruido
y la existencia humana desaparezca por obra y gracia de ese 1%?
Nos negamos a aceptarlo en esos
términos, tanto quien redacta esta editorial de Prensa Libre, como
quienes nos acompañan en esta aventura de abrirle los ojos a quienes están ciegos
no por adversidad anatómica sino por tener los párpados cerrados.
Con los ojos abiertos para ver y
para vernos, bañados de optimismo, porque nos sentimos descendientes de los abrazos y
copulaciones igualitarias y solidarias de nuestros primeros padres y de quienes
tuvieron siempre los ojos abiertos para mirar el futuro y luchar por él sin
medir el tiempo, es que terminamos el año con un mensaje de esperanza
que es el sueño de quienes viven con los ojos abiertos.
“El hombre (y la mujer) se realiza
en el trabajo” dijo José Carlos Mariátegui, refiriéndose al trabajo creador, que no
es necesariamente el que derrama sudor y lágrimas con lo que se paga la
vida. El trabajo al que el Amauta se refería es el que se estimula por el amor
a los demás y que nos empuja a reflexionar respecto al mundo nuevo que
queremos, y la forma en que debemos luchar para lograr el cambio.
Es con este mensaje y reflexión que
terminamos el 2013 esperando que en el año que entra el hombre y la mujer
nuevos con los ojos bien abiertos den el paso hacia el cambio. Un paso que
comienza con la decisión de cambiar.
Porque esta vez quememos
realmente el año viejo y que el nuevo sea de lucha para la salvación del
planeta y por el bienestar y sobrevivencia de la especie humana y de todos los
seres vivientes que nos acompañan en esta aventura de vivir.
¿Año Nuevo Feliz?
¡Sí, porque para eso
luchamos con los ojos bien abiertos!
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