lunes, 16 de diciembre de 2013

La escuela de la incultura





De cómo la TV juega en contra de la educación
Por Jimmy Calla
El debate sobre la educación y la escuela están calando hondo en el país. Por fortuna, la sociedad empieza a ver el tema, debido a PISA y sus famosos resultados, como un problema social y político y, también, a las instituciones educativas  como lugares donde niños y jóvenes se aburren, se rebelan, aprenden materias inservibles y se escapan para ir a pasear en las playas, porque sienten e intuyen que sus objetivos escolares no son claros, no reflejan las necesidades de la población y mucho menos sus necesidades.
Pocos se refieren, sin embargo, a esa atractiva, poderosa y terriblemente perniciosa escuela llamada televisión.
En su evolución, a la escuela le fueron apareciendo terribles enemigos relacionados con el sistema encargado de la educación. Así en el medioevo, la educación tuvo en la escolástica, el freno de religioso fundamentalismo. Pensar y adquirir reflexiones propias se hizo peligroso, podía costar enfrentar al Tribunal del Santo Oficio, Inquisición, y la vida misma.
En la actualidad son muchos quienes simplemente cierran los ojos o silban mirando al cielo, para evitar juzgar a la televisión, convertida en medio de desinformación que no da una batalla limpia para capturar la mente y el destinos de los hombres, o por lo menos, confesando que su intención real era aplastar a la escuela para sustituirla y así hacerla sumisa al sistema neoliberal.
Ataviada con piel de cordero, la televisión aparece furtivamente apoderándose del ambiente familiar, sosteniendo hipócritamente que sólo aspiraba a entretener y llenar de alegría las horas vacías de la gente. Al instalarse, no en un edificio enorme de 20 pisos –lo que sería perdonable- sino en nuestra propia sala, en el comedor y el dormitorio de nuestros hogares, no respeta siquiera la inviolabilidad de domicilio, garantía que seguro consagra la Constitución del Estado. La Tv ha invadido nuestra intimidad para llegar a su objetivo principal: tomar por asalto nuestra vida emocional para capturar nuestro pensamiento. Y sí que lo han conseguido: la Tv sus propietarios y operadores son responsables de lo que sucede en la escuela.
Mientras tanto, inocentes los profesores, al mismo tiempo que le iban arrebatando la función de educar a las nuevas generaciones, seguíamos leyendo a Decroly, John Dewy, a Makarenko, y participando o realizando sendos e interesantes congresos pedagógicos, mientras los miembros del Consejo Nacional de Educación todos sin excepción se hacen los idiotas aceptando que los medios de incomunicación le metan el dedo a la boca.
La guerra que protagonizan, al menos en los últimos 40 años, de un lado los profesores con su modesta aula, pizarra anacrónica, tiza y viejos textos enfrentando, a la pantalla chica, la radio, prensa escrita, la modesta clase del profesor, la tiene ganada hasta el momento la “escuela paralela”, los medios de incomunicación.
Nuestros alumnos, en su pintoresco idioma, dirían que es un triunfo por goleada. Pero era natural que sea así, ¿qué puede hacer la garganta del profesor, su didáctica y sus buenas intenciones contra la fuerza de la electrónica que trasmite imágenes en colores y extraordinarios decibeles, ensuciando y alienando la mente y los actos de los seres humanos, llegando hasta los más lejanos confines del orbe? Y aquí testimonios irrefutables de ese triunfo:
a)     Si en épocas pasada no se sabía cuál de las dos escuelas causaba mayor impacto en la población, ahora tal dilema no existe pues todo el mundo sabe quiénes son Cacho, Chola Chabuca, Combate, Esto es guerra, Beto Ortiz, etcétera. A los educadores, apenas si se nos reconoce en nuestra propia casa o en nuestra escuela.
b)     Los políticos jamás han cuestionado los medios de incomunicación, al contrario, se han adecuado, participando activamente en esos programas y se pasean frívolamente, haciendo en la práctica causa común con ellos. A ellos les tiemblan las manos y la voz para llamar siquiera la atención a una empresa o programa que deseduca, aliena y enajena a toda la población, con programas antieducativos, frívolos, morbosos y a veces grotescos.
c)      Si un programa de hora estelar, decide tocar un tema de importancia social, los conductores invitarán parcializadamente a gente adicta al sistema y a ellos, impidiendo el juego de ideas, de miradas diferentes. A esos medios les place invitados que hablen como ellos, que piensen como ellos y que no rompan sus esquemas consumistas, propio del neoliberalismo imperante. Hay que pertenecer a sus filas para tener el permiso oficial de ingresar a la mente de todos los niños y presentarlos, en vivo y en directo; manipulandolos hacia modelos de conducta injustos, arbitrarios y crueles en agravio de sus propios semejantes. (RPP, por ejemplo, hace poco en uno de sus programas de entrevistas, convirtió en héroe a un narcotraficante)
d)     La escuela debiera servir para crear en los niños una sólida conciencia histórica identificada con los valores más profundos de nuestra nacionalidad. En los medios de incomunicación y la TV se propaga música, costumbres y estilos de vidad ajenos a la peruanidad paralelamente los organismos oficiales atentan contra los cursos humanistas como, Historia del Perú, Universal, filosofía, etc 
Los programas alienantes de los medios de incomunicación, atentan permanentemente contra el texto y el espíritu de la Constitución del Estado que ellos dicen defender, cierto es que la constitución fujimontesinista, sirve muy poco para defender el derecho a la educación desde el momento en que auspicia su privatización. La Tv atropella los derechos Universales del Hombre, los derechos del Niño, pisotea el Código de Menores y cuanta elemental norma del buen gusto y el sentido común existe. ¡Y no le pasa nada gracias a la incomprensible y descomunal impunidad que le otorga la clase política! Por ello, resulta hipócrita cuando se quejan de que estamos mal en educación.
Jamás se le ha ocurrido al señor Fiscal de la Nación, defensor legal de pueblo, a amonestar a los medios por el crimen que cometen contra la cultura. Tampoco hay algún juez de Menores que se atreva a defender a los niños de ese atentado a su formación que es la Tv. Ese poder judicial no solo es cómplice de la corrupción es también corresponsable del delito que constituye manipular la mente de los niños para someterla a los peores designios del neoliberalismo.
Queda entonces la labor organizada de los maestros de base, al margen de la clase política y sus medios de incomunicación, desarrollar proyectos e innovaciones que enfrenten esta llamada “escuela paralela”, sobre ello abunda ejemplos esclarecedores.

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El comportamiento de los medios de comunicación, radio, TV y toda la prensa escrita, es una constante de manipulación, noticia parcializada y de pregoneros de editores parametrados, que juegan un rol pernicioso para deseducar, estupidizar y desentender no solo al educando sino a toda la población.
Mientras el docente educa, los medios de comunicación deseducan con su frivolidez  y consumismo que lo único que conllevan es un morbo desproporcionado que tanto daño hace a nuestra juventud. Salvo honrosas excepciones, frente a la corrupción imperante, los medios tratan los temas de importancia social con pinzas y mucha cautela, minimizando, silenciando y ocultando a los verdaderos culpables de la corrupción. Ahí tenemos a RPP entrevistando últimamente a un narcotraficante para que se defienda de acusaciones hechas públicas por protagonistas y presos de los narcoindultos, y de esa manera limpie su imagen. Jamás se había visto tamaña desfachatez.
No hay política de Estado en educación, la familia está divorciada de la educación, el magisterio no se siente estimulado en la enseñanza, a los maestros se los evalúa para sacarlos del sistema y no para promoverlos, los educandos utilizan el recreo o descanso para confrontarse física y verbalmente, estimulados por los talk-shows, que estimulan la confrontación en vez de la solidaridad y la unión.
El hiperactivismo reflejado por la tecnología globalizadora, aplasta la educación integral. Ya no se dictan cursos humanistas como, Historia del Perú, Geografía, Psicología, Filosofía, Educación Cívica, Economía política, etcétera. Los profesores se han convertido en cuidadores de los educandos y en preparar papeles y más papeles, para cumplir la función burocrática de “informar”, requerida por la superioridad.
El Estado y la sociedad civil en conjunto no asumen su responsabilidad de educar. Por ejemplo, se debería de legalizar la exigencia de 15 alumnos por aula y no 35, como es actualmente. Los medios de comunicación deben complementar la función educativa, y no atosigarnos con programas alienantes, que no solo deseducan sino que conducen hasta la delincuencia. Se debe desarrollar una campaña nacional contra los medios de comunicación que estupidizan al educando.


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