domingo, 30 de marzo de 2014

Derechos Humanos



Esta semana ha sido muy reveladora en cuanto a los derechos humanos. Por un lado se ha podido apreciar la manifestación organizada por el Cardenal Juan Luis Cipriani, el político más radical de extrema derecha (solo le falta la svástica en el brazo) habido en el Perú, bajo la premisa de Lucha por la Vida, refiriéndose a la supuesta vida de los aun nonatos. Pero la hipocresía aquí radica en que esos marchantes, son los mismos que abogan por la pena de muerte y la venganza contra quienes infringen las leyes del capitalismo.

Son los mismos que aplauden
Cardenal del diablo
cuando la guardia de asalto irrumpe contra humildes campesinos e indígenas a sangre y fuego para facilitar el abuso y expoliación que las corporaciones transnacionales hacen de nuestras riquezas naturales, destrozando el medio ambiente y condenando a miles de vida al abandono total, como en Conga o como se pretendió en Bagua, o como se intenta a lo largo y ancho del país.
Esas mismas gentes que hablan de dictadura y apoyan la insurgencia para derrocar a un gobierno elegido por una voluntad mayoritaria como en Venezuela, se violentan cuando las gentes de otro color que no es el de la “gente decente” que marchó con el cardenal o que amenazan con “guarimbas” en Venezuela, son las mismas que votan a favor de la banda que dirige el ladrón y genocida Alberto Fujimori o que se sienten cómodas con un truhán gansteril como Alan García a quien le siguen haciendo el camino para un tercer período.
Son también las mismas hordas que satanizan a las organizaciones de derechos humanos cuando éstas levantan el dedo para denunciar la infertilización forzada que destruyó aparatos reproductivos y la anatomía de miles de mujeres durante la peor de las dictaduras de nuestro país en los años 90. Son las que aplaudían con las estrategias de “tierra arrasada” que llevaba a la muerte a cientos de comunidades que desaparecieron incluídos muchos de sus habitantes, en la guerra sucia contra el terrorismo de sendero.

Esas gentes que se conmueven
con publicidades hechas para hacerlas soltar plata, para que llegue sola a manos de la Iglesia católica, que en este punto encuentra complicidad en todas las confesiones religiosas, se espantan cuando ven a ronderos castigando penalidades que la justicia no contempla, pero que su “purifican” con el linchamiento de quienes consideran sus enemigos sociales.
Tal es el caso de la demonización que se hace contra una resolución judicial expedida por los
Solo una venganza perpetua contra él
jueces
Óscar Sumar Calmet y Julio Biaggi Gómez, quienes han ordenado el traslado a un penal del INPE para Víctor Polay Campos, Miguel Rincón Rincón y Peter Cárdenas Schulte y Óscar Ramírez Durand.
Los medios de incomunicación, como los llama Eduardo Galeano, andan pegando el grito al cielo porque, incapaces de deponer su apetito de venganza piensan que la justicia contra aquellos a quienes no pudieron aplicar la pena de muerte, o la “ley de fuga”, o simplemente “desaparecer”, es y debe ser una tortura eterna. No hablemos de encierro a perpetuidad para delincuentes que se lo merecen, sino de tortura, al estilo que se aplica en Guantánamo, por los gendarmes del imperio.

Ya sabemos que para Cipriani “los derechos humanos son una cojudez”

Para nosotros queda claro que esas no son manifestaciones divinas. Son simplemente expresiones de una lucha de clases en la que ellos aun tienen la sartén por el mango. Pero el pueblo no está derrotado. La historia dirá quien tuvo la victoria final.

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