Esta semana ha sido muy reveladora en cuanto
a los derechos humanos. Por un lado se ha podido apreciar la manifestación
organizada por el Cardenal Juan Luis Cipriani, el político más radical de
extrema derecha (solo le falta la svástica en el brazo) habido en el Perú, bajo
la premisa de Lucha por la Vida, refiriéndose a la supuesta vida de los aun
nonatos. Pero la hipocresía aquí radica en que esos marchantes, son los mismos
que abogan por la pena de muerte y la venganza contra quienes infringen las
leyes del capitalismo.
Son los mismos que
aplauden
Cardenal del diablo |
cuando la guardia de asalto irrumpe contra
humildes campesinos e indígenas a sangre y fuego para facilitar el abuso y
expoliación que las corporaciones transnacionales hacen de nuestras riquezas
naturales, destrozando el medio ambiente y condenando a miles de vida al
abandono total, como en Conga o como se pretendió en Bagua, o como se intenta a
lo largo y ancho del país.
Esas mismas gentes que hablan de
dictadura y apoyan la insurgencia para derrocar a un gobierno elegido por una
voluntad mayoritaria como en Venezuela, se violentan cuando las gentes de otro
color que no es el de la “gente decente” que marchó con el cardenal o que
amenazan con “guarimbas” en Venezuela, son las mismas que votan a favor de la
banda que dirige el ladrón y genocida Alberto Fujimori o que se sienten cómodas
con un truhán gansteril como Alan García a quien le siguen haciendo el camino
para un tercer período.
Son también las mismas hordas
que satanizan a las organizaciones de derechos humanos cuando éstas levantan el
dedo para denunciar la infertilización forzada que destruyó aparatos
reproductivos y la anatomía de miles de mujeres durante la peor de las
dictaduras de nuestro país en los años 90. Son las que aplaudían con las
estrategias de “tierra arrasada” que llevaba a la muerte a cientos de
comunidades que desaparecieron incluídos muchos de sus habitantes, en la guerra
sucia contra el terrorismo de sendero.
Esas gentes que se
conmueven
con publicidades hechas para hacerlas soltar
plata, para que llegue sola a manos de la Iglesia católica, que en este punto
encuentra complicidad en todas las confesiones religiosas, se espantan cuando
ven a ronderos castigando penalidades que la justicia no contempla, pero que su
“purifican” con el linchamiento de quienes consideran sus enemigos sociales.
Tal es el caso de la
demonización que se hace contra una resolución judicial expedida por los
jueces
Óscar Sumar
Calmet y Julio Biaggi Gómez, quienes han ordenado el traslado a un
penal del INPE para Víctor Polay Campos,
Miguel Rincón Rincón y Peter Cárdenas Schulte y Óscar Ramírez Durand.
Solo una venganza perpetua contra él |
Los medios de
incomunicación,
como los llama Eduardo Galeano, andan pegando el grito al cielo porque,
incapaces de deponer su apetito de venganza piensan que la justicia contra
aquellos a quienes no pudieron aplicar la pena de muerte, o la “ley de fuga”, o
simplemente “desaparecer”, es y debe ser una tortura eterna. No hablemos de
encierro a perpetuidad para delincuentes que se lo merecen, sino de tortura,
al estilo que se aplica en Guantánamo, por los gendarmes del imperio.
Ya sabemos que para Cipriani “los derechos humanos son una cojudez”
Para nosotros
queda claro que esas no son manifestaciones divinas. Son simplemente expresiones
de una lucha de clases en la que ellos aun tienen la sartén por el mango. Pero
el pueblo no está derrotado. La historia dirá quien tuvo la victoria final.
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