domingo, 9 de marzo de 2014

Entre el capitalismo de Estado y el gobierno de los trabajadores


Venezuela

El desenlace de los acontecimientos que se están enredando en Venezuela, y que pueden llevar a una derrota que sería un desastre de proporciones no solo continentales, debe motivarnos a profundas reflexiones acerca de que es lo que quiere la izquierda tradicional y el proyecto de transformaciones que intentan los revolucionarios socialistas.
No cabe duda que eso que se llama izquierda tradicional, no es la continuidad histórica de 1848, cuando un puñado de jóvenes intelectuales, como Marx y Engels, intensamente motivados por históricas luchas obreras, expresaron una propuesta de futuro basada en datos cuidadosamente estudiados y alto contenido científico.
El Manifiesto Comunista redactado en ese año, reveló una historia andada por la humanidad en la que a partir de cierto punto en que aparecen las disputas por tierras de cultivo y el reparto de lo que ellas producen la sociedad humana de entonces quedó profundamente herida por una división social en la que los mas fuertes o mejor armados constituyeron un poder que fue transformándose en estado represor para perpetuar los privilegios de quienes en ese entonces ganaron la contienda.
Ese poder, que hoy llamamos Estado, fue evolucionando conforme las técnicas productivas cambiaron las formas de la relación de los seres humanos entre sí y de estos con la naturaleza. Pasando por diferentes etapas que, algunos generalizando a Marx, que basó sus primeras revelaciones en sus estudios acerca del desarrollo histórico de Europa, simplificaron en Comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, etapa a la que sucedería el socialismo.
Una simplificación de ese hallazgo histórico, hizo que la izquierda europea a fines del siglo XIX, supusiera que el capitalismo debía realizarse completamente antes de ser sucedido por el socialismo. Allí nació el reformismo y con éste la aceptación de la permanencia del Estado burgués. Algo que jamás Marx hubiese aprobado.
Trabajadores venezolanos exigen Control Obrero
¡Revolución Socialista!
El reformismo socialdemócrata dio un paso audaz en 1891, en el Congreso de Erfurt, en el que se deshoja el manifiesto dicotomizando sustancialmente la propuesta original del programa para la acción revolucionaria, que da origen al concepto de “programa mínimo” y “programa máximo”, que puesto en práctica ha salvado durante todo el siglo pasado la existencia al Estado burgués.
Lenin, en su libro El Estado y la revolución, propone una serie de medidas para la extinción del Estado de los capitalistas y para la construcción de un gobierno de los trabajadores que organizará un Estado de transición comprometido con su extinción conforme se cumpla la meta socialista de abolir la existencia de clases sociales. Ese gobierno de los trabajadores que Marx antepuso a la dictadura burguesa, simplificándolo como “la dictadura del proletariado”, fue explicitado por Lenin como una grande y libertaria democracia jamás vista para el bienestar de la mayoría de la población compuesta por trabajadores. El rostro “dictatorial” solo aparecería en tanto se trate de evitar la reaparición del capitalismo, la ambición y codicia por la propiedad privada de medios de producción, que es lo que dio origen a la división de clases. La perversidad de los medios de comunicación burgueses que saben como es su dictadura, han hecho flecos del concepto de dictadura del proletariado como si fuera el equivalente de la dominación burguesa.
El estalinismo que es el producto de la reconstrucción del Estado para perpetuar la separación de clases, razón por la que se adaptó fácilmente a la restauración del capitalismo en lo que fue la Unión Soviética, fue una influencia decisiva para la instauración de Estados en cada una de las repúblicas que se incorporaron a la URSS, después de la II Guerra Mundial.
También fue nocivo para la naciente revolución cubana. El Estado cubano, nacido de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción en su mayoría en manos imperialistas, nunca se planteó su extinción. Nunca dio pasos para disolver las funciones del viejo Estado entre la población organizada. La burocracia cubana, celosa del paraíso de sus precarios privilegios, pero privilegios al fin, piensa que ese es el destino de la humanidad y ayudó a los sandinistas, luego del triunfo de Julio de 1979.
No cabe duda de que eso pesó mucho en Hugo Chávez para que el corrupto Estado venezolano continuara su existencia sin grandes modificaciones. Hoy eso pasa factura, porque donde se equivocaron quienes conducen la llamada revolución bolivariana, es que el Estado que heredaron no es producto de una derrota total al capitalismo, como en Rusia y Cuba. El corrupto Estado heredado por la revolución bolivariana es el que dejaron Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, hecho a imagen y semejanza de tales truhanes.
Es aquí, donde ahora debe centrarse el debate, porque lo que la oposición no discute es la existencia de ese Estado que ellos quieren seguir dirigiendo. Lo que la oposición quiere es que se vayan los chapistas para ponerse ellos. Lo que queremos los revolucionarios socialistas es que ese Estado desaparezca, d-e-s-a-p-a-r-e-z-c-a.
Las manifestaciones obreras están dispuestas a combatir y salvar la cabeza de sus dirigentes actuales al grito de “¡Hay un presidente, hay un comandante, hay un pueblo unido preparado pal combate!”. Pero también hay carteles en las marchas que agitan la consigna de tomar las fábricas y pasarlas al control obrero, como el caso de la fábrica de válvulas INVEVAL que, desde hace 5 años, sigue funcionando bajo el mando de sus trabajadores y que se ha convertido en una escuela pionera para educar a los trabajadores en el Control Obrero.
Desafortunadamente mayores esfuerzos en esa dirección son frenados por la burocracia de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Es el caso de la planta procesadora de pollos SOUTO que ha sido llevada a la quiebra y cierre fraudulento por parte de sus dueños-empresarios. Esta planta es una de las tantas que poseen estos empresarios a  nivel nacional y que daban un aporte importante en la distribución y producción de la carne del pollo a la población.
En  agosto de 2013 la empresa fue totalmente cerrada, “concidencialmente”,  hoy en Venezuela hay una escasez importante de este rubro alimenticio. Pero la solución más “conveniente” para la burocracia es aumentar la importación de pollo cuando los obreros de dicha planta exigen su reapertura y el control obrero de la misma. Lo que revela los límites del chavismo burocrático que no es capaz de tomar ese tipo de medidas para evitar la escasez de productos básicos como leche, aceites o papel higiénico, del que tanto se mofan los medios.
Pero los trabajadores no se cansan aun en seguir planteando sus demandas que empujarían a Venezuela a liquidar el capitalismo.

Por aquí camina la esperanza de la nueva Venezuela socialista. Tal vez en un momento dado, Maduro, Diosdado y la burocracia que los acompaña y que persisten en mantener con vida al estado burgués sean la piedra que los trabajadores sacarán del camino para seguir adelante. Ojalá. (KB)

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