Venezuela
El desenlace de los acontecimientos que se
están enredando en Venezuela, y que pueden llevar a una derrota que sería un
desastre de proporciones no solo continentales, debe motivarnos a profundas
reflexiones acerca de que es lo que quiere la izquierda tradicional y el
proyecto de transformaciones que intentan los revolucionarios socialistas.
No cabe duda que eso que se
llama izquierda tradicional, no es la continuidad histórica de 1848, cuando un
puñado de jóvenes intelectuales, como Marx y Engels, intensamente motivados por
históricas luchas obreras, expresaron una propuesta de futuro basada en datos
cuidadosamente estudiados y alto contenido científico.
El Manifiesto Comunista redactado
en ese año, reveló una historia andada por la humanidad en la que a partir de
cierto punto en que aparecen las disputas por tierras de cultivo y el reparto
de lo que ellas producen la sociedad humana de entonces quedó profundamente
herida por una división social en la que los mas fuertes o mejor armados
constituyeron un poder que fue transformándose en estado represor para
perpetuar los privilegios de quienes en ese entonces ganaron la contienda.
Ese poder, que hoy llamamos
Estado, fue evolucionando conforme las técnicas productivas cambiaron las
formas de la relación de los seres humanos entre sí y de estos con la
naturaleza. Pasando por diferentes etapas que, algunos generalizando a Marx, que
basó sus primeras revelaciones en sus estudios acerca del desarrollo histórico
de Europa, simplificaron en Comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo,
capitalismo, etapa a la que sucedería el socialismo.
Una simplificación de ese
hallazgo histórico, hizo que la izquierda europea a fines del siglo XIX,
supusiera que el capitalismo debía realizarse completamente antes de ser
sucedido por el socialismo. Allí nació el reformismo y con éste la aceptación
de la permanencia del Estado burgués. Algo que jamás Marx hubiese aprobado.
Trabajadores venezolanos exigen Control Obrero ¡Revolución Socialista! |
Lenin, en su libro El Estado y
la revolución, propone una serie de medidas para la extinción del Estado de los
capitalistas y para la construcción de un gobierno de los trabajadores que organizará
un Estado de transición comprometido con su extinción conforme se cumpla la
meta socialista de abolir la existencia de clases sociales. Ese gobierno de los
trabajadores que Marx antepuso a la dictadura burguesa, simplificándolo como
“la dictadura del proletariado”, fue explicitado por Lenin como una grande y
libertaria democracia jamás vista para el bienestar de la mayoría de la
población compuesta por trabajadores. El rostro “dictatorial” solo aparecería
en tanto se trate de evitar la reaparición del capitalismo, la ambición y
codicia por la propiedad privada de medios de producción, que es lo que dio
origen a la división de clases. La perversidad de los medios de comunicación
burgueses que saben como es su dictadura, han hecho flecos del concepto de
dictadura del proletariado como si fuera el equivalente de la dominación
burguesa.
El estalinismo que es el
producto de la reconstrucción del Estado para perpetuar la separación de
clases, razón por la que se adaptó fácilmente a la restauración del capitalismo
en lo que fue la Unión Soviética, fue una influencia decisiva para la
instauración de Estados en cada una de las repúblicas que se incorporaron a la
URSS, después de la II Guerra Mundial.
También fue nocivo para la
naciente revolución cubana. El Estado cubano, nacido de la abolición de la
propiedad privada de los medios de producción en su mayoría en manos
imperialistas, nunca se planteó su extinción. Nunca dio pasos para disolver las
funciones del viejo Estado entre la población organizada. La burocracia cubana,
celosa del paraíso de sus precarios privilegios, pero privilegios al fin,
piensa que ese es el destino de la humanidad y ayudó a los sandinistas, luego
del triunfo de Julio de 1979.
No cabe duda de que eso pesó
mucho en Hugo Chávez para que el corrupto Estado venezolano continuara su
existencia sin grandes modificaciones. Hoy eso pasa factura, porque donde se
equivocaron quienes conducen la llamada revolución bolivariana, es que el
Estado que heredaron no es producto de una derrota total al capitalismo, como
en Rusia y Cuba. El corrupto Estado heredado por la revolución bolivariana es
el que dejaron Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, hecho a imagen y semejanza
de tales truhanes.
Es aquí, donde ahora debe
centrarse el debate, porque lo que la oposición no discute es la existencia de
ese Estado que ellos quieren seguir dirigiendo. Lo que la oposición quiere es
que se vayan los chapistas para ponerse ellos. Lo que queremos los
revolucionarios socialistas es que ese Estado desaparezca,
d-e-s-a-p-a-r-e-z-c-a.
Las manifestaciones obreras
están dispuestas a combatir y salvar la cabeza de sus dirigentes actuales al
grito de “¡Hay un presidente, hay un comandante, hay un pueblo unido preparado
pal combate!”. Pero también hay carteles en las marchas que agitan la consigna
de tomar las fábricas y pasarlas al control obrero, como el caso de la fábrica
de válvulas INVEVAL que, desde hace 5 años, sigue funcionando bajo el mando de
sus trabajadores y que se ha convertido en una escuela pionera para educar a
los trabajadores en el Control Obrero.
Desafortunadamente mayores esfuerzos en esa
dirección son frenados por la burocracia de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Es el caso de la planta procesadora de pollos SOUTO que ha sido llevada a la quiebra y cierre fraudulento por parte de sus
dueños-empresarios. Esta planta es una de las tantas que poseen estos
empresarios a nivel nacional y que daban un aporte importante en la
distribución y producción de la carne del pollo a la población.
En agosto de 2013 la empresa fue totalmente
cerrada, “concidencialmente”, hoy en Venezuela hay una escasez importante
de este rubro alimenticio. Pero la solución más “conveniente”
para la burocracia es aumentar la importación de pollo cuando los obreros de
dicha planta exigen su reapertura y el control obrero de la misma. Lo que
revela los límites del chavismo burocrático que no es capaz de tomar ese tipo de medidas
para evitar la escasez de productos básicos como leche, aceites o papel higiénico, del que tanto se mofan los medios.
Pero los trabajadores no se cansan aun en seguir
planteando sus demandas que empujarían a Venezuela a
liquidar el capitalismo.
Por aquí camina la esperanza de
la nueva Venezuela socialista. Tal vez en un momento dado, Maduro, Diosdado y
la burocracia que los acompaña y que persisten en mantener con vida al estado
burgués sean la piedra que los trabajadores sacarán del camino para seguir
adelante. Ojalá. (KB)
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