La zona naranja es prooccidental, la azul es prorrusa. Las barras indican la franja donde ganó la oposición en las elecciones de 2010. El resto apoyó a Yanukovich, destituido el 22 de febrero |
UCRANIA
CATHERINE SAMARY
Miércoles 5 de marzo de 2014
La
caída de Yanukóvich no es un “golpe” fascista; pero la composición y las
orientaciones del “gobierno de unión” apoyado por las potencias occidentales
pueden hacer estallar Ucrania.
Las presentaciones complotistas y polarizadas
de lo que está ocurriendo en Ucrania, apoyándose en una parte de la realidad,
ocultan lo que hay en juego desde el punto de vista social y democrático.
Del
lado de Maidan
Es
un movimiento popular, desafiante hacia todos los partidos, que ha hecho caer a
Yanukóvich, a causa de sus propios métodos. Más que sobre el tema de Europa,
Maidan se ha movilizado masivamente contra “la familia” reinante, oligárquica,
y el curso cada vez más represivo y personal del régimen, temiendo que una
integración en los proyectos de Putin agravara esas derivas.
Pero esto ha dado peso al partido Svoboda -que
sigue celebrando a los batallones SS y valoriza por ahora la “Ucrania europea”
contra Rusia. Igualmente han sido populares los militantes de “Pravyi Sektor”
(Sector derecha) que camuflan su xenofobia con una lógica “antisistema”/1.
Esta presencia activa de la extrema derecha, popular en un movimiento ideológicamente
confuso y de tipo “indignados”, ha dividido y debilitado a las fuerzas de
izquierda.
Sin embargo, el paso de un movimiento social de
calle a un “gobierno de unión” modifica la situación: da peso a lo partidos
apoyados en bloque por la UE, muy contenta de poner de nuevo sobre la mesa su
proyecto de “partenariado oriental” ultraliberal. Ahora bien, ese proyecto
presentado por la UE en contraposición a los proyectos rusos, es destructivo
para Ucrania, social y nacionalmente.
Del
lado ruso (y rusofono)
Independientemente
de los recientes acontecimientos, Putin quería modificar el Tratado firmado con
Ucrania mediante una reducción de las tarifas del gas ruso/2, a fin de
prolongar la permanencia de su base militar en Sebastopol (que tiene un
estatuto autónomo en el seno de Crimea, que ella cuenta, a su vez, con un
estatuto especial). Actualmente, y en nombre de la protección de las
poblaciones locales (60% rusófonas), intenta obtener por la fuerza lo que
negociaba con Yanukóvich desde 2010: la salida de las tropas de su base para
controlar Crimea y enfrentarse a las orientaciones anti rusas, con el riesgo de
una guerra.
Pero los miedos, la movilización y el
llamamiento a apoyar a las poblaciones locales no son sin embargo un viento
agitado desde Moscú: el primer acto del “gobierno de unión” puesto en pie tras
la caída de Yanukóvich ha sido la puesta en cuestión del estatuto de lengua
oficial del ruso en las regiones rusófonas. Esta medida ha envenenado
inmediatamente las tensiones tanto como la entrada en el gobierno de los
ministros de Svoboda. De la misma manera que la supresión de las estatuas de
Lenín y la prohibición del Partido de las Regiones y del Partido Comunista allí
donde dominan Svoboda yPravyi Sektor genera confusión sobre las herencias,
etiquetas y memorias de la historia reciente. Comprenderlo no es aceptarlo.
Contra
los falsos dilemas, hay que centrarse en la cuestión social y democrática
Contra
los crímenes cometidos lo que hace falta no es la prohibición de partidos, sino
una justicia independiente de los partidos. Es decisivo combatir las ideologías
racistas y xenófobas: los tártaros musulmanes de Crimea, que fueron deportados
por Stalin y están de vuelta a sus hogares desde 1991, que han sido favorables
a Maidan por temor a la dominación gran rusa, también están amenazados tanto
por la ideología de Svoboda en el poder en Kiev como por Pravy Sektor que
defiende la “cristiandad” contra “los burka”.
Hay que poner el acento en lo que acerca a las
poblaciones de toda Ucrania: la defensa de la independencia junto con la lengua
nacional ucraniana, pero asociada a los derechos culturales y lingüísticos
tanto de los tártaros de Crimea como de los ucranianos rusófonos; y las
demandas sociales, que son esenciales. Como en Bosnia, la aspiración democrática
debe hacer evolucionar las desconfianzas “antisistema” en las asambleas
ciudadanas, poniendo en cuestión las privatizaciones que han desmantelado los
derechos sociales. Hay que denunciar la deuda como ilegítima y luchar contra
los planes de austeridad del FMI.
La autonomía y, mañana, la desmilitarización de
Crimea implican la neutralidad militar de Ucrania. Su unidad y la de todo el país
van parejas con la defensa de los derechos sociales y culturales para todos y
todas contra el fascismo, la dominación gran rusa o la de las instituciones
euro-atlantistas.
1/
Leer en Le Monde Diplomatique,
marzo 2014, Ultranacionalismo en Ucrania.
2/ Ver en ESSF http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article31238
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