La lucha por el amor
libre
Hay temas en el Perú que son difíciles de tratar:
libertad, igualdad, justicia, balance ecológico, solidaridad y fraternidad,
entre otros temas derivados o que profundizan los señalados.
Hablar de libertad económica por
ejemplo, produce que la mayoría de los medios satanicen a quienes hablen de la
injusta distribución de las riquezas en las que unos pocos se aprovechan de la mayoría
que las genera, es una aberración. ¿Cómo se va a cuestionar el sagrado
derecho de los inversionistas a ganar utilidades sin límites?
Debemos estarles reconocidos por
darnos trabajo, nos repiten diariamente en la radio, la televisión, el
cine, y por cuanto medio existe para doblegarnos. La libertad en el capitalismo
tiene varios apellidos, la libertad de empresa por ejemplo, que permite a los
empresarios hacer lo que les viene en gana, como destruir el medio ambiente,
corromper al Estado, controlar los medios de comunicación en que
la libertad de empresa pisotea la libertad de prensa.
También existe la libertad de
mercado que se consagra como si fuera el misterio de la cuarta divinidad
después del padre, el hijo y el espíritu santo. La libertad de mercado es la que
existe para destruir la producción nacional para obligarnos a comprar
productos importados. Es la que sube el precio de los combustibles aun cuando
estos bajan de precios, a causa de los enormes beneficios que generan los bajos
salarios, como en el Perú, donde, por ejemplo producir un barril de petróleo
cuesta entre 8 a 10 dólares, pero como en el mercado mundial está por los 100 dólares,
esa libertad de mercado nos obliga a pagar altos e imposibles precios que
encarecen la canasta familiar.
Hace más de 200 años que una
valiente revolucionaria francesa dijo “¡Oh libertad, cuantos crímenes se
cometen en tu nombre!” y esa frase aun mantiene su vigencia.
¿Se puede hablar de igualdad en
el Perú, donde el racismo es política de Estado y en el que los gobernantes no
consideran semejantes a la población gobernada?
¿Hay Justicia en
el Perú?
Asistimos en este momento a la debacle de un
sistema que nos muestra que un poderoso e influyente expresidentes es capaz de
favorecer el narcotráfico con leyes de indultos sospechosamente llevados a cabo
y el sistema judicial no solo no confronta al truhán sino que emite una resolución para
anular una investigación llena de pruebas que se niega a ver y todo para facilitar la captura
de quien tiene como lema “la plata llega sola” y jura “por Dios y por la
plata”.
Hablar de esto que sucede el
Perú, puede conducirnos a ser acusados de terroristas y a ser excomulgados por
una Iglesia dirigida por Juan Luis Cipriani, un agitador político perteneciente
a una organización de ideología nazi-fascista, como es el Opus Dei, quien pisoteando las leyes
republicanas que demarcan la separación entre la Iglesia y el Estado,
se entromete para exigir un referendo no tanto para prohibir el aborto cuanto
por la necesidad medieval de castigar a perpetuidad a las hijas de Eva por el
“pecado original”. Penalizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su
cuerpo, con libertad y sin sentimientos de culpa derivados por leyes injustas y
doctrinas de una Iglesia que tiene un historial de sangre y crímenes de
lesa humanidad en nuestro país, es lo que busca ese monstruo con sotanas que es el cardenal
Cipriani.
Ahora la derecha
más cavernaria,
a la que califican con precisión de
“bruta y achorada”, vuelve a escudarse en las faldas del cardenal para impedir
una ley que permita a homosexuales, bisexuales, lesbianas, que puedan legalizar
su unión en pareja para amarse como cualquier pareja humana heterosexual.
Lo dice quien pertenece a una
iglesia marcada por una conducta inmoral que ha venido protegiendo desde siglos
la corrupción y la hipocresía generalizada, basta leer el Decamerón, que tuvo la osadía de
escribir una serie de relatos de las conductas sexuales que se practican al
interior, en secreto y clandestinidad, en los conventos y monasterios,
descritos nada menos que en… ¡1351!
Pero no hay que remontarse tanto
para juzgar a una iglesia que ha debido pagar cientos de millones de dólares a
la justicia en EEUU, país donde se están ventilando más de 10,000 casos de pedofilia cometidos por los ministros de Dios. Es
curioso que la iglesia católica haya debido vender numerosas propiedades amén de
Iglesias para hacer frente a los costos judiciales dándose el caso de que en Nueva
York una de sus iglesias fuera convertida en discoteca y donde antes hubo un
altar este se transformó en un altillo para que una dama semidesnuda se contorsionara eróticamente
para consagrar a los presentes al dios dólar entre humos de marihuana y
aspiraciones de cocaína.
Volviendo al Perú, estamos
ante una descarnada persecución que incluye amenazas de muerte, a quienes están
buscando en el Congreso la dación de una ley que permita el matrimonio entre
personas del mismo sexo, aunque eufemísticamente se intente llamar “unión civil”
para dorar la píldora. ¿Habrán suficientes congresistas capaces de siquiera debatir la propuesta?
En caso de que se apruebe, será firmada por Humala, ese pobre diablo que cada
noche acomoda sus traiciones en la almohada? Es de dudar.
Es que eso es el capitalismo en
su máxima expresión, empujando al egoísmo y la individualidad. Esto es lo que los socialistas tienen como
obligación destruir para alcanzar la Justicia, la libertad, la igualdad, el
respeto a la diferencia y al fin el amor triunfe sobre el odio. (KB)
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