martes, 29 de octubre de 2013

Breve reflexión: La Izquierda y la guerra de posicionamiento.








Por Juan Pablo Vaccari



Sería un poco osado y tal vez un poco desconsiderado pensar que tenemos la izquierda más golpeada de Latinoamérica, pero si podemos decir que tenemos la derecha más reaccionaria y conservadora del continente y que se ha dado el gusto de golpear a la izquierda y sus militantes con la mayor agresividad que puede expresar un fascismo envalentonado, dejando en la actualidad una izquierda completamente débil, tratando de sujetarse a proyectos pequeño burgueses sin más proyección a cambios. Las preguntas son: cómo se ha llegado a esas instancias y qué se tiene que cambiar.


Luego de los movimientos guerrilleros y la clandestinidad de la izquierda por casi 12 años entre los gobiernos de Odría y Belaunde, la izquierda ha seguido un proceso de disgregación acelerado y violento. Tenemos los ejemplos de los movimientos campesinos del 58’-62’, masacrados violentamente por el ejército, desapareciendo familias campesinas enteras y líderes de alto nivel, también la guerrilla del MIR en el 65’ y su rápida eliminación en 6 meses, la división Moscú-Pekín y las guerrillas del 68’-72’ que surgieron como archipiélagos sin mayor repercusión, de los cuales muchos militantes fueron fusilados, torturados, presos y exiliados.
Ya con Velazco en el poder el paso a la “legalidad” de la izquierda se perdieron ciertos dirigentes e ideólogos atrapados por el  Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para trabajar con el Estado bajo la motivación de generar reformas “revolucionarias” para la época. Esto se debió al carácter que le dio hábilmente Velasco a su gobierno al abrir relaciones diplomáticas con los países del bloque socialista y al implementar en su discurso la reivindicación de las masas campesinas.
Esto no evitó que ciertos grupos guerrilleros sostuvieran la práctica clandestina, pero la debilidad empezaba a mostrarse. Así, el comienzo de la urbanización de la izquierda se gestó en estos años y, como un agregado “especial”, en 1980 empezó la guerra interna con Sendero Luminoso como protagonista, grupo con el que movimientos guerrilleros y de izquierda no armada habían tenido previos encuentros de carácter hostil.



De esta forma Sendero Luminoso junto con el ejército y su ya conocida costumbre de matar dirigentes, fueron a lo largo de 15 años, desde que empezó la guerra interna, eliminando líderes campesinos, obreros y urbanos marginales que habían surgido a lo largo de los mejores momentos de la izquierda y su trabajo de cuadros.
Todo este espectro de cerca de 30 años, nos ha dejado una izquierda golpeada, disgregada, con una desconexión con las juventudes por un holocausto mental en la década de los 90’. Por eso hoy vemos una izquierda altamente urbanizada, sin una masa sólida que muestre un respaldo ferviente, sin una proyección sólida ni unidad marcada, con una carencia de ideólogos y líderes políticos, hoy estamos frente a una izquierda que se colude muchas veces con la pequeña burguesía para ganar comicios electorales que no le favorecen. Hoy se tiene que reformular la guerra de posicionamiento.
En la actualidad la derecha ha copado absolutamente todo instrumento de la sociedad civil y todo instrumento del Estado para consolidar su hegemonía de clase y proteger sus intereses con la mayor garantía de todas. Vemos ese reflejo en el más reciente hecho, el gobierno “nacionalista” que no pudo (o no quiso) salir del piloto automático que había dejado una suerte de sucesión de gobiernos neo-liberales. Pese al fuerte respaldo de la izquierda que en la práctica puso a Ollanta Humala en segunda vuelta, el gobierno se vio absorbido, copado, secuestrado o sometido a la derecha y los grupos de poder.

Entonces, es válido preguntarse si la izquierda tiene que seguir en esta tendencia a apoyar las empresas electorales de grupos pequeñoburgueses, si estas de alguna forma la fortalecen, ya que como hemos visto, pese a ganarlas, no ha encontrado mayor respuesta que el continuismo y el sometimiento hacia la derecha hegemónica por parte de estos grupos.
Es el momento de asumir un cambio tajante y con un carácter fuerte, reformulando la guerra de posicionamiento frente a la hegemonía de la derecha y que empieza por cortar con estas empresas electorales de apoyo a la pequeña burguesía que no han demostrado otra cosa que fracaso y desesperanza.
La izquierda tiene que recuperar el carácter ideológico para saber a dónde va, recuperar su historia y reivindicarla y desarrollar el frente único que tanto se necesita, pues es la única forma para posicionarse frente a una burguesía que ha copado absolutamente todo.
Una vez lograda esta primera etapa, que no será fácil, se tiene que dar un giro estratégico con respecto a las masas. Estas no pueden seguir siendo las zonas urbano-marginales dado que la cotidianeidad obliga a las personas a someterse a una enajenación tremenda la cual los hace vivir para trabajar y esto termina generando un individualismo profundo y desligado muchas veces del interés común. El giro estratégico debe estar dirigido a las masas campesinas, mineras y jornaleras de los latifundios agroexportadores. Estas masas han sido desplazadas por la misma izquierda urbanizada y simplemente convocadas para estas empresas electorales de la pequeña burguesía, de lo que se trata es de reivindicarlas y darles un rol participativo en la organización del a izquierda, de esta forma se puede llegar a consolidad un grueso margen electoral y participativo para que la izquierda se posicione con fuerza frente a una derecha acaparadora, reaccionaria y fascista.

La izquierda únicamente recuperará su potencial y su organización en tanto aplique estas dos importantes condiciones. De esta forma podrá enfrentar con un respaldo sólido elecciones venideras que no serán en el 2016 y probablemente tampoco el 2021, pero este largo proceso tiene que comenzar y dentro de lo general de esta reflexión, se encuentra la voluntad de reorganización y unidad en un frente que reivindique la guerra de posicionamiento como estrategia para ser una izquierda independiente de la pequeña burguesía para lograr un alto margen electoral y de la aprobación de la derecha peruana.

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