Por Juan Pablo Vaccari
Sería un poco osado y tal vez un poco desconsiderado
pensar que tenemos la izquierda más golpeada de Latinoamérica, pero si podemos
decir que tenemos la derecha más reaccionaria y conservadora del continente y que
se ha dado el gusto de golpear a la izquierda y sus militantes con la mayor
agresividad que puede expresar un fascismo envalentonado, dejando en la
actualidad una izquierda completamente débil, tratando de sujetarse a proyectos
pequeño burgueses sin más proyección a cambios. Las preguntas son: cómo se ha
llegado a esas instancias y qué se tiene que cambiar.
Luego de los movimientos guerrilleros y la clandestinidad de la izquierda por casi 12 años entre los gobiernos de Odría y Belaunde, la izquierda ha seguido un proceso de disgregación acelerado y violento. Tenemos los ejemplos de los movimientos campesinos del 58’-62’, masacrados violentamente por el ejército, desapareciendo familias campesinas enteras y líderes de alto nivel, también la guerrilla del MIR en el 65’ y su rápida eliminación en 6 meses, la división Moscú-Pekín y las guerrillas del 68’-72’ que surgieron como archipiélagos sin mayor repercusión, de los cuales muchos militantes fueron fusilados, torturados, presos y exiliados.
Luego de los movimientos guerrilleros y la clandestinidad de la izquierda por casi 12 años entre los gobiernos de Odría y Belaunde, la izquierda ha seguido un proceso de disgregación acelerado y violento. Tenemos los ejemplos de los movimientos campesinos del 58’-62’, masacrados violentamente por el ejército, desapareciendo familias campesinas enteras y líderes de alto nivel, también la guerrilla del MIR en el 65’ y su rápida eliminación en 6 meses, la división Moscú-Pekín y las guerrillas del 68’-72’ que surgieron como archipiélagos sin mayor repercusión, de los cuales muchos militantes fueron fusilados, torturados, presos y exiliados.
Ya con Velazco en el poder el paso a la
“legalidad” de la izquierda se perdieron ciertos dirigentes e ideólogos
atrapados por el Sistema
Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) para trabajar con el
Estado bajo la motivación de generar reformas “revolucionarias” para la época. Esto
se debió al carácter que le dio hábilmente Velasco a su gobierno al abrir relaciones
diplomáticas con los países del bloque socialista y al implementar en su
discurso la reivindicación de las masas campesinas.
Esto no evitó que ciertos
grupos guerrilleros sostuvieran la práctica clandestina, pero la debilidad
empezaba a mostrarse. Así, el comienzo de la urbanización de la izquierda se
gestó en estos años y, como un agregado “especial”, en 1980 empezó la guerra
interna con Sendero Luminoso como protagonista, grupo con el que movimientos
guerrilleros y de izquierda no armada habían tenido previos encuentros de
carácter hostil.
De esta forma Sendero
Luminoso junto con el ejército y su ya conocida costumbre de matar dirigentes,
fueron a lo largo de 15 años, desde que empezó la guerra interna, eliminando
líderes campesinos, obreros y urbanos marginales que habían surgido a lo largo
de los mejores momentos de la izquierda y su trabajo de cuadros.
Todo este espectro de cerca
de 30 años, nos ha dejado una izquierda golpeada, disgregada, con una
desconexión con las juventudes por un holocausto mental en la década de los
90’. Por eso hoy vemos una izquierda altamente urbanizada, sin una masa sólida
que muestre un respaldo ferviente, sin una proyección sólida ni unidad marcada,
con una carencia de ideólogos y líderes políticos, hoy estamos frente a una
izquierda que se colude muchas veces con la pequeña burguesía para ganar
comicios electorales que no le favorecen. Hoy se tiene que reformular la guerra
de posicionamiento.
En la actualidad la derecha
ha copado absolutamente todo instrumento de la sociedad civil y todo
instrumento del Estado para consolidar su hegemonía de clase y proteger sus
intereses con la mayor garantía de todas. Vemos ese reflejo en el más reciente
hecho, el gobierno “nacionalista” que no pudo (o no quiso) salir del piloto automático
que había dejado una suerte de sucesión de gobiernos neo-liberales. Pese al
fuerte respaldo de la izquierda que en la práctica puso a Ollanta Humala en
segunda vuelta, el gobierno se vio absorbido, copado, secuestrado o sometido a
la derecha y los grupos de poder.
Entonces, es válido
preguntarse si la izquierda tiene que seguir en esta tendencia a apoyar las
empresas electorales de grupos pequeñoburgueses, si estas de alguna forma la
fortalecen, ya que como hemos visto, pese a ganarlas, no ha encontrado mayor
respuesta que el continuismo y el sometimiento hacia la derecha hegemónica por
parte de estos grupos.
Es el momento de asumir un
cambio tajante y con un carácter fuerte, reformulando la guerra de
posicionamiento frente a la hegemonía de la derecha y que empieza por cortar
con estas empresas electorales de apoyo a la pequeña burguesía que no han
demostrado otra cosa que fracaso y desesperanza.
La
izquierda tiene que recuperar el carácter ideológico para saber a dónde va,
recuperar su historia y reivindicarla y desarrollar el frente único que tanto
se necesita, pues es la única forma para posicionarse frente a una burguesía
que ha copado absolutamente todo.
Una
vez lograda esta primera etapa, que no será fácil, se tiene que dar un giro
estratégico con respecto a las masas. Estas no pueden seguir siendo las zonas urbano-marginales
dado que la cotidianeidad obliga a las personas a someterse a una enajenación
tremenda la cual los hace vivir para trabajar y esto termina generando un
individualismo profundo y desligado muchas veces del interés común. El giro
estratégico debe estar dirigido a las masas campesinas, mineras y jornaleras de
los latifundios agroexportadores. Estas masas han sido desplazadas por la misma
izquierda urbanizada y simplemente convocadas para estas empresas electorales
de la pequeña burguesía, de lo que se trata es de reivindicarlas y darles un
rol participativo en la organización del a izquierda, de
esta forma se puede llegar a consolidad un grueso margen electoral y
participativo para que la izquierda se posicione con fuerza frente a una
derecha acaparadora, reaccionaria y fascista.
La izquierda únicamente recuperará su potencial y su organización en tanto aplique estas dos importantes condiciones. De esta forma podrá enfrentar con un respaldo sólido elecciones venideras que no serán en el 2016 y probablemente tampoco el 2021, pero este largo proceso tiene que comenzar y dentro de lo general de esta reflexión, se encuentra la voluntad de reorganización y unidad en un frente que reivindique la guerra de posicionamiento como estrategia para ser una izquierda independiente de la pequeña burguesía para lograr un alto margen electoral y de la aprobación de la derecha peruana.
La izquierda únicamente recuperará su potencial y su organización en tanto aplique estas dos importantes condiciones. De esta forma podrá enfrentar con un respaldo sólido elecciones venideras que no serán en el 2016 y probablemente tampoco el 2021, pero este largo proceso tiene que comenzar y dentro de lo general de esta reflexión, se encuentra la voluntad de reorganización y unidad en un frente que reivindique la guerra de posicionamiento como estrategia para ser una izquierda independiente de la pequeña burguesía para lograr un alto margen electoral y de la aprobación de la derecha peruana.
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