martes, 25 de febrero de 2014

Leonardo Padura


Un reportaje sobre el autor de El hombre que amaba a los perros
Por Carlos Bernales (Cabe)

“Soy un hombre crítico, aunque no he emigrado ni me he convertido en disidente”
Quien habla con esa seguridad y firmeza es el gran escritor cubano, Leonardo Padura, nacido en La Habana en el año 1950, y que acaba de presentar, el pasado lunes 24 de febrero, en el Instituto Cervantes de Nueva York, la versión en inglés de su libro que ya da la vuelta al mundo: El hombre que amaba a los perros.
En una presentación que aparentemente era artística y literaria, la política como tema y personaje, no podía estar ausente. “Es que Trotsky, uno de los principales personajes de su novela, era un hombre que hacía política desde el desayuno, el almuerzo y la comida” nos señala Padura, al mismo tiempo que se revela como la continuidad de grandes escritores y poetas que ha brindado Cuba para Latinoamérica como Alejo Carpentier (El siglo de las luces), Nicolás Guillén (Songoro Cosongo) y por que no, Guillermo Cabrera Infante, (Tres  tristes tigres),  José Lezama Lima (Paraíso) y tantos otros escritores contemporáneos que Cuba ha brindado a la cultura universal.
“Los años 90, posteriores a la caída de la Unión Soviética fueron el inicio del desencanto para quienes en esa época, como yo que tenía entonces 35 años, vimos desaparecer la fantasía idílica de una Europa socialista que tenía un lado oscuro”.
Esa crisis que nos golpeó brutalmente, dejó a los artistas sin subvención económica oficial, de un lado era terrible porque debíamos de sobrevivir en condiciones nunca imaginadas, pero de otro lado impulsó a algunos a dejar de lado la camisa de fuerza que significaba el aparato de control estatal que impedía el libre curso del arte”
“Es así, prosigue Padura, que muchos de quienes hacían cine, o estaban en otros proyectos artísticos, comienzan a recurrir a la posible ayuda del exterior hasta lograr cierta independencia y superando el temor a la censura estalinista”.

¿Hay miedo en Cuba?
Leonardo Padura y el autor de esta nota
De alguna manera si. Cuando se percibe que al decire algo que no se corresponde con el pensamiento oficial puedes quedar marginado de tus posibilidades de realización, una realización muy dudosa por estar domesticada, es obvio que autoalimentarás tu propia censura. 
“En mi caso, de pronto, por una de esas circunstancias que se producen en un momento preciso, ni antes ni después, fui sorprendido por la necesidad de conocer a un personaje del que nunca se hablaba en Cuba: León Trotsky. Busqué información sobre él y solo encontré en la Biblioteca de La Habana dos libros: Trotsky, el traidor y El falso profeta”.
En el entretanto, este estupendo narrador, inició una serie de novelas policiales, un tema casi inédito en Cuba donde oficialmente no existía el crimen delincuencial. Es así que crea el personaje de Mario Conde, y con él de protagonista, escribe varias novelas como Pasado Perfecto, Vientos de Cuaresma, Máscaras, destacando sin dudas, La cola de la serpiente en la que su personaje devela el asesinato de un asiático que se comete en el otrora popular Barrio Chino de La Habana.

HISTORIADOR O DETECTIVE
Flota en el aire una pregunta. ¿En “El hombre que amaba a los perros”, primó el historiador o el detective?
Padura relata que su interés primordial al escribir esta narración fue dar a conocer a las nuevas generaciones de cubanos, por primera vez y en forma extensa a León Trotsky, para que encuentren una nueva visión del socialismo cubano que atraviesa una etapa de desencanto.
La propia editorial del Estado cubano ya lo reimprimió en Cuba, de modo que eso significa que nuevos vientos empiezan a soplar en la isla.
      Preguntado sobre si piensa a escribir sobre Martí, Padura sonríe, “me acribillarían en Miami, en España y en Cuba, de todas las tendencias, de derecha, izquierda, del centro de arriba y abajo. Es que Martí, es un personaje al que nadie puede tocar, nadie se atreve a humanizar. Es un personaje monumental, en Cuba, en España… si hasta en el Central Park, de Nueva York, es una figura enorme que destaca a la entrada.
Una sonrisa natural y carismática envuelven las inteligentes y muy humanistas respuestas de este escritor cubano que sin duda forma parte de aquellos que están abriendo las puertas de Cuba a un mundo diferente de quienes, desde los radicales stalinistas del poder cubano y los extremistas fascistones de Miami, quisieran. 

¿Habrá una salida al socialismo que queremos, en una Cuba terriblemente deformada por la burocracia gobernante? Esa historia aun empieza a pensarse y, a lo mejor, no está lejos de pasar a las páginas.

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