lunes, 5 de mayo de 2014

Ucrania: Frontera entre imperialismos. Dossier


John Weeks, Rob Ferguson

La economía de la desintegración de Ucrania impuso al mundo post-soviético la “terapia de choque”, con resultados catastróficos.
Ahora, intenta repetir el experimento en Ucrania.

En el futuro, la gente estudiará la desintegración política, la fragmentación social y el colapso económico de la Unión Soviética - la Gran Desintegración - como un desastre humano comparable a la Gran Peste del siglo XIV. Durante la Gran Peste, la gente sabía ni la causa ni la cura de la epidemia. Durante la Gran Desintegración, la causa era evidente y la cura conocida. El régimen se derrumbó debido a su propio peso muerto. El desastre económico que siguió, sin embargo, fue el resultado de las políticas económicas disfuncionales impulsadas por las potencias occidentales.
La escala del desastre humano en los países en transición post-soviéticos se refleja más claramente en las estadísticas sobre la esperanza media de vida (véase A. Cornia, The Morality Crisis in Transitional Countries ). En el caso que mejor conozco, la ex soviética República de Moldavia, entre 1990-1995 la esperanza de vida al nacer se redujo en casi tres años, hasta situarse por debajo de 66 años. Una caída así, en tiempos de paz, de las expectativas de vida no tiene precedentes. El único ejemplo reciente ha sido la epidemia del SIDA en algunos países del África subsahariana.
La principal causa de esta disminución de la esperanza media de vida en los países en transición ha sido la llamada terapia de choque, que desmanteló las instituciones de la economía planificada, sin sustituirlas por nada. Millones de personas en toda la antigua Unión Soviética perdieron sus medios de vida, los recortes presupuestarios destruyeron los servicios de sanidad y la pobreza empujo a la gente a la embriaguez y las drogas, acortando sus vidas. El propósito explícito en estas políticas de ajuste draconianas diseñadas por los gobiernos occidentales era asegurarse de que la Unión Soviética no podía ser reconstruida. Vladimir Putin es muy consciente de ello, y espera a frustrarlo.
En la década de 1990, los políticos de los Estados Unidos y Europa occidental acogieron el colapso de la Unión Soviética como una liberación. Pero unas elecciones no hacen una democracia, y 25 años después, por lo menos once de los 15 estados surgidos de la URSS tienen regímenes autoritarios, incluida la propia Rusia. Los gobiernos de los tres países bálticos han demostrado ser serios violadores de los derechos civiles, y toleran la actividad de grupos abiertamente fascistas. Solo la pequeña Moldovia es una candidata creíble para ingresar en el club de las democracias.
Cada ex república soviética tuvo su propia transición trágica. Medido por la caída en el ingreso per cápita, Ucrania fue la que peor lo paso, con excepción de Georgia, que se hundió en un conflicto civil separatista después de 1990. Los ingresos por persona en Ucrania cayeron casi un 60% entre 1990 y 1997 y la recuperación no empezó hasta el 2000. A finales de 2013 seguía un 20% por debajo de 1990 (véase el gráfico).

Ingreso per cápita en Ucrania, 1990-2013
Todos los años, en comparación con 1990. Por ejemplo, en 1998 el ingreso per cápita fue de casi un 60% por debajo de 1990, de -60. En 2013 fue casi un 25% por debajo de, -25.
En este contexto podemos entender las tensiones y los conflictos internos de Ucrania. Una parte de la oligarquía ve a la Unión Europea como un bloque que ofrece un futuro económico brillante. Este grupo arrastra consigo al oeste del país, de habla ucraniana, capitalizando un sentimiento anti-ruso de muchas generaciones. En el este, los rusófobos constituyen una amplia mayoría y ven a Rusia, donde el ingreso per cápita en 2013 fue un 20% superior al de 1990, en comparación con el 20% inferior en Ucrania. La caída de ingresos en el este del país ha sido aún mayor que la media nacional, debido a la concentración de la industria pesada anteriormente vinculados a la Unión Soviética en el antiguo bloque comercial del COMECON.
Sin embargo, a pesar de la gravedad del sufrimiento económico en Ucrania durante la década de 1990 como consecuencia de la terapia de choque, los Estados Unidos y sus aliados europeos tienen previsto repetirla, mediante un programa del Fondo Monetario Internacional. El Bloomberg View (30 de marzo de 2014) informa que esta terapia de choque déjà vu promete tener consecuencias aún más nefastas que su predecesora durante la década de 1990:
"... Rusia ... ha estado alimentando el este rusófono de Ucrania con una narrativa acerca de cómo una mayor integración con la Unión Europea va a cerrar sus minas y fábricas, eliminará puestos de trabajo, aumentará los precios y reducirá sus pensiones. Sin embargo, para poder firmar el acuerdo con el FMI, el primer ministro interino Arseniy Yatsenyuk tuvo que informarles a los ucranianos que ese escenario, en parte, se producirá. Advirtió que la inflación podría subir hasta un 14% este año, mientras la economía se contrae un 3%”.
"En una situación de este tipo, la terapia de choque estándar del FMI no es una opción. Las condiciones de los préstamos del FMI - recorte de las subvenciones para calefacción de los hogares, por ejemplo - son esenciales, pero el impacto en los ciudadanos comunes debe ser amortiguado mucho más que lo que gobierno puede permitirse".
Al igual que en la década de 1990, los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea presentan al 99% de los ucranianos un futuro sombrío. Se insta a la población a rechazar la agresión y proclividades autoritarias de Putin, y aceptar en cambio un programa que incluso un medio representativo de Wall Street como BV considera que 'no es una opciónń.
El gobierno que aplicará la terapia de choque versión 2.0 llegó al poder en Ucrania apoyando el derrocamiento de un presidente elegido constitucionalmente. Hay pocas dudas sobre el alcance de la corrupción bajo el gobierno del depuesto presidente Viktor Yanukovich. Pero igualmente esta fuera de toda duda el historial corrupto de los que aspiran a reemplazarlo.
Un régimen extra-legal en el poder, oligarcas que respaldan un nuevo programa económico draconiano, un ingreso per cápita en declive y que inevitablemente disminuirá aún más gracías al programa económico: no es ninguna sorpresa que los ucranianos en el este del país miren con nostalgia aunque sin grandes esperanzas a Rusia. Más sorprendente, es que este segundo programa de terapia de choque encuentre apoyo en el oeste de Ucrania, lo que trae a la mente el comentario atribuido a Albert Einstein, de que la “estupidez es hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes".
Quienes apoyan la terapia de choque en Estados Unidos y la UE, es una estupidez con un propósito: imponer su influencia política en Ucrania. El programa del FMI puede ser el desastre económico que provoque un desastre aún mayor, la desintegración de Ucrania. Los políticos de EE.UU. y de la UE y los oligarcas ucranianos puede que consideren este resultado una solución alternativa a sus objetivos geopolíticos y económicos, cuando, de hecho, es más probable que sea un desastre humano.
John Weeks es profesor emérito de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, Universidad de Londres, y autor del libro Economics of the 1%: How mainstream economics serves the rich, obscures reality and distorts policy, Anthem Press (2014)
http://www.opendemocracy.net/od-russia/john-weeks/economics-of-disintegration-in-ukraine

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