Sin
ruido de tanques, ni zips de sables,
o algo que parezca al menos un putch militar, se habla de “golpe de Estado” en
Perú. La última vez que hubo ese “runrún”, recordamos que Fujimori,
cobardemente, se escondió en la embajada de Japón. En este caso, el “golpe” es
más un show mediático, una nueva forma de apretar la cuerda que sostiene a
Humala por el cuello pero sin ajustarla lo suficiente como para sacarlo de
donde está.
Las
declaraciones de Keiko, y su bancada fujimontesinista, oponiéndose al supuesto
golpe, solo confirma las verdaderas intenciones de la mafia. El único enfado
del fujimontesinismo es solo la prisión del ladrón y genocida, alias “el
chino”. Por lo demás, ¿Para qué sacar al pelele a quien tanto la Confiep, como
el propio fujimontesinismo, con o sin Keiko, manejan a periodicazos?
Como le
dijo Clinton a Bush padre, cuando se enfrentaban en los 90, “es la economía, estúpido”,
haciendo notar que es el debate y crítica a ese punto lo que mueve la
imaginación popular, en este caso se aplica perfectamente: las fuerzas de derecha
están haciendo esfuerzos enormes para responsabilizar a Humala por la caída de las
exportaciones mineras que recorta las ganancias de la burguesía
testaferra, como llamaba Mariátegui hace un siglo a esta clase social, mediocre
y parasitaria que domina al Perú.
Obviamente,
no es Humala el culpable de la reducción de ingresos por exportaciones
mineras, como tampoco es culpable de la falta de calidad empresarial de los
parásitos económicos que, teniendo recursos naturales en demasía, así como una
mano de obra ingeniosa en todo terreno, no hace nada por desarrollar fuerzas
productivas.
Nunca
cambiarán. Están convencidos de que su rol en esta vida es recibir “su parte”,
en la concesión o venta de recursos que no les pertenecen. Consideran que su
Estado debe servir para asegurarles inversiones que solo sirven para
incrementar sus riquezas personales mientras mantienen intactas las condiciones
de pobreza que sufre el pueblo peruano.
Mientras
tanto, Alan García “cuero de chancho” como acaba de diagnosticarlo Julio Cotler, y
Keiko Fujimori, que padece el mismo mal, tratan de sacar provecho de un
escándalo que a todas luces parece haber sido provocado por ellos que, al decir
de Raúl Wiener, sirve para embarrar al gobierno y de esta manera levantar
cortinas de humo para tapar los “narco-indultos”
y los “narco-aportes”.
Por eso,
los parasitarios burgueses y sus políticos son innecesarios.
Por eso
estamos llamados a difundir la necesidad de un cambio radical. En esto, Prensa Libre se toma muy en serio su
rol. Haremos todo lo posible para poner en práctica el mensaje del Amauta: “ganar la imaginación del pueblo para el
socialismo”.
Alguien
ha dicho que, si el pueblo peruano supiera de política lo que sabe de fútbol,
otro gallo cantaría en el corral.
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