domingo, 8 de diciembre de 2013

El Comercio de la prensa


Los medios de prensa o de comunicación en el sistema capitalista son un negocio muy productivo, como cualquier otra de sus industrias… como por ejemplo la de los condones. En este caso, los condones impiden la reproducción de la especie humana, en el otro, los medios impiden la reproducción de ideas y conceptos independientes, sobre todo que cuestionen al sistema capitalista.
     Esto es así casi desde que Gutenberg inventó la imprenta y empezaron a producirse libros, revistas y periódicos en gran escala. A partir de entonces, mediados del siglo XV, conforme las publicaciones iban en aumento, se inició la censura y con ello la ambición por controlar los medios de comunicación para imponer lo que los dueños de las prensas quieren que el pueblo conozca o ignore.
     En tiempos modernos, como no destacar a William Randolph Hearst, quien consolidó uno de los más grandes imperios empresariales llegando a ser propietario de la primera gran cadena de medios de prensa en los Estados Unidos. Hearst, entendió el poder que tenían los medios para secuestrar la imaginación popular. Siendo uno de los promotores de la “prensa amarilla”, entendió que los medios sirven para manipular las conductas sociales. Su participación el la provocación de la guerra entre Estados Unidos y España fue una de sus más grandes “hazañas”.
    Los límites de Hearst no se detuvieron en su país. Fue un declarado enemigo de la revolución mexicana y como tal apoyó al dictador Porfirio Díaz y luego a Victoriano Huerta, para que defendieran las propiedades que el yanqui tenía en México. Orson Welles, el genial cineasta realizó una obra maestra con la película El ciudadano Kane, que caracterizó a Hearst quien, en venganza, prohibió a todos los periódicos de su propiedad referirse al filme.
     En el caso peruano, El Comercio, diario fundado el 4 de mayo de 1835, cuando el Perú a falta de burguesía nacional era presa del caudillismo militar, entregado al cobro de la deuda que Inglaterra reclamaba por su apoyo a la guerra de independencia, El Comercio jugó entonces un rol a favor del civilismo, apoyando a la clase plutócrata-aristocrática, convertida en clase testaferra, guardiana de las inversiones extranjeras interesadas básicamente en la extracción de materias primas. Fue en esa época que el guano y el salitre fueron entregados a Inglaterra por el primer presidente civilista, Manuel Pardo.
     Al producirse la Guerra del Pacífico, cuando Mariano Ignacio Prado, abandona el país, Piérola da un golpe de Estado y se convierte en presidente haciendo más tensas las relaciones sociales. Fue entonces que se hizo tristemente célebre frase “primero los chilenos antes que Piérola”. Aunque no está suficientemente establecido si fue El Comercio autor de la proditora frase, es probable que así sea. Después de todo, no cabe duda que el historial de este medio siempre ha sido defender el poder y los intereses del capital extranjero en desmedro del bienestar de los peruanos.
     El prontuario de El Comercio 
En contra de los trabajadores y el pueblo peruanos —que no se puede exponer en unas pocas líneas— sirve para visualizar cuales son sus objetivos presentes. Ahora se ha apoderado del 90% de los medios de comunicación en el Perú y la capitana de esta osada empresa monopólica, es nada menos que una archifujimontesinista, Martha Meier Miroquesada, cuya identidad con esa institución política del crimen organizado revela el verdadero interés económico que representan: el avance del neoliberalismo en el Perú, el aplastamiento de cualquier resistencia popular y la minimización de conquistas sociales que deben ser convertidas en objetos de acumulación del capital. 
Ya eso está sucediendo con los servicios de salud y educación privatizados que, en manos de las corporaciones, se convierten en pésimos proveedores de servicios y la consecuencias las tenemos a la vista cuando se nota que tanto en educación como, posiblemente también en salud, solo alcanzamos a estar en el último lugar.
     Mariátegui, el Amauta, y no Aldo, el estropajo que limpia la embarrada mesa de la actual plutocracia peruana, decía que la labor de los militantes revolucionarios es conquistar la imaginación de las masas hacia el socialismo. Este es el reto que tienen los jóvenes cuando hoy enfrentan el imperio de la mendacidad que El Comercio representa y que hay que liquidar antes de que consolide su monopolio.
    Las calles tienen la palabra y ya que hoy está de moda lanzar loas a Nelson Mandela, refresquemos una de sus frases más importantes: “La acción de las masas tiene la capacidad de derrocar gobiernos”. (Cabe)

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