domingo, 19 de enero de 2014

LA LEY DEL REVOLVER

       Una antigua serie de televisión, que se titulaba así nos evoca la Ley 30151 que legisla a favor de los policías que haciendo uso de sus “armas de reglamento”, causen la muerte de un ciudadano.
     De inmediato, la respuesta de dirigentes sociales se ha hecho sentir. Especialmente los de Bagua, donde algunos policías de gatillo fácil y obediente y exministros tienen aun cuentas pendientes con la justicia, a raíz de los luctuosos sucesos del 5 de junio del 2009, cuando fueron asesinados un número no determinado de nativos amazónicos, por una combinada fuerza de policías y miembros de las FFAA, que arremetieron contra los pobladores a pesar de que éstos se aprestaban a levantar un bloqueo de carreteras, decidido como medida de fuerza para impedir que unos contratos petroleros, que pisoteaban su derecho a ser consultados, amenazaba con desalojarlos de los territorios que ancestralmente les pertenecen.
      Esta ley está hecha a la medida de la represión a muerte, que el capitalismo ejerce cuando sus medios de comunicación, que existen para manipular ideológicamente a la población, no funcionan. A partir de eso, el Estado de los capitalistas invoca un derecho que nadie le dio y que se califica como “monopolio de la violencia”, es decir, licencia para asesinar a pobladores indefensos que en la mayoría de los casos solo actúan bajo el derecho a la protesta o a la resistencia, contra los abusos del capitalismo en temas de salarios y servicios sociales, salud, educación, vivienda, trabajo, salarios justos y jubilación.
      Esa Ley define al Estado burgués una vez más: Una junta que administra los intereses económicos de los capitalistas y que usa la violencia cotidianamente porque esa es la única forma de perpetuar su poder. Por algo Marx, decía que el capitalismo nació con las manos manchadas de sangre. En esa misma línea de análisis, que se encuentran los esfuerzos que hace el imperio por fiscalizar a todos los habitantes del planeta invadiendo su privacidad.
      Apartándonos un poco del tema, ¿Será por orden de la embajada norteamericana que el sistema de trenes urbanos de Lima acaba de cambiar las tarjetas de usuarios individualizándolas con nombres y apellidos, de tal manera que de ahora en adelante todos los que usan ese servicio podrán ser “observados” en cada uno de sus movimientos?
      Es incuestionable que todas esas movidas del capitalismo se producen como parte de su decadencia. Saben que se les acerca la fecha de su día final y cada medida que deciden es solo para alargar el plazo de su agonía. Un plazo que depende del la aun sosegada fuerza de los trabajadores de la ciudad, del campo y de las poblaciones nativas, paralizados no sólo por los medios que controlan su pensamiento, sino también por la complicidad de una izquierda democrático-popular que ya fue.

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