domingo, 19 de enero de 2014

La Haya o no La Haya

Imagine there's no countries

It isn't hard to do

John Lennon

Perú y Chile entran a una etapa supuestamente decisiva en La Haya, donde el próximo 27 de enero se definirá un límite marítimo que, no importa quien gane, no cambiará la actividad de las flotas pesqueras de las corporaciones multinacionales, a las que no les importa si las utilidades que reciben tienen sello peruano o chileno y mucho menos les interesa saber el color de la bandera predominante en el mar que pescan que, para ellos, solo tiene el color del dólar.
       Lo que preocupa en realidad son las reacciones que se fomentan en los de abajo.
      Sobre todo considerando que por arriba, las cosas están claras, cuando tenemos que en el Perú, los medios monopólicamente concentrados y “chilenizados” —como que LAN Chile, de Piñeira, tiene intereses en el grupo El Comercio y viceversa— son quienes interesadamente atizan entre los de abajo una confrontación puramente “chauvinista” que tiene por objeto “divide y reinarás”.
      Este es un tema sensible si consideramos que las pequeñas embarcaciones de ambas nacionalidades, que apenas llegan a cierto límite mar adentro, compiten entre sí para tener participación de las sobras que dejan las grandes embarcaciones, verdaderas fábricas flotantes que no sólo pescan sino que además hacen todo el proceso hasta llegar a poner el pescado en latas de conserva. De allí que el pescado que llega a la mesa de los pobres resulta más caro que el que fabrican las corporaciones, que colocan su producto en el mercado imponiendo precios que, encarecidos arbitrariamente, les permite la acumulación de enormes ganancias.
    Como contra esas fábricas es imposible competir, para los propietarios apátridas de las corporaciones, debe ser entretenido ver como se pelean los de abajo.
    Por eso, urge combatir el chauvinismo, que se insufla en los pobres de ambos lados de una frontera que no existe para los capitalistas. Porque no es cierto que aquí se juegue el “destino de la patria”, ni que haya que defender “el mar de Grau”, que la marina de guerra del Perú entrega cada día pisoteando el “voto solemne que la Patria al Eterno elevó” un estribillo que más bien suena a tuturutú turutututú.
    Para los peruanos y chilenos de abajo, que somos meramente espectadores de un litigio que no cambiará la historia salvo para ocasionar rivalidades innecesarias, la solidaridad internacionalista se pone en vigencia hoy con más fuerza que nunca.
      Porque nunca como ahora se hace imperativa la fraternidad de los trabajadores peruanos y chilenos. Porque para nosotros no existen las fronteras para la lucha que nos hermana porque el enemigo es uno: los capitalistas peruanos y chilenos que se burlan de este litigio porque cualquiera que sea la resolución de La Haya, sus intereses seguirán garantizados a ambos lados de la supuesta frontera.

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