Imagine there's no countries
It isn't hard to do
John Lennon
Perú y Chile entran a una etapa supuestamente
decisiva en La Haya, donde el próximo 27 de enero se definirá un límite
marítimo que, no importa quien gane, no cambiará la actividad de las flotas pesqueras
de las corporaciones multinacionales, a las que no les importa si las
utilidades que reciben tienen sello peruano o chileno y mucho menos les
interesa saber el color de la bandera predominante en el mar que pescan que,
para ellos, solo tiene el color del dólar.
Lo que preocupa en realidad son las
reacciones que se fomentan en los de abajo.
Sobre todo considerando que por arriba, las
cosas están claras, cuando tenemos que en el Perú, los medios monopólicamente
concentrados y “chilenizados” —como que LAN Chile, de Piñeira, tiene intereses
en el grupo El Comercio y viceversa— son quienes interesadamente atizan entre los
de abajo una confrontación puramente “chauvinista” que tiene por objeto “divide
y reinarás”.
Este es un tema sensible si consideramos que
las pequeñas embarcaciones de ambas nacionalidades, que apenas llegan a cierto
límite mar adentro, compiten entre sí para tener participación de las
sobras que dejan las grandes embarcaciones, verdaderas fábricas flotantes que
no sólo pescan sino que además hacen todo el proceso hasta llegar a poner el
pescado en latas de conserva. De allí que el pescado que llega a la mesa de los
pobres resulta más caro que el que fabrican las corporaciones, que colocan su
producto en el mercado imponiendo precios que, encarecidos arbitrariamente, les
permite la acumulación de enormes ganancias.
Como contra esas fábricas es imposible
competir, para los propietarios apátridas de las corporaciones, debe ser
entretenido ver como se pelean los de abajo.
Por eso, urge combatir el chauvinismo, que se
insufla en los pobres de ambos lados de una frontera que no existe para los
capitalistas. Porque no es cierto que aquí se juegue el “destino de la patria”,
ni que haya que defender “el mar de Grau”, que la marina de guerra del Perú
entrega cada día pisoteando el “voto solemne que la Patria al Eterno elevó” un
estribillo que más bien suena a tuturutú turutututú.
Para los peruanos y chilenos de abajo, que
somos meramente espectadores de un litigio que no cambiará la historia salvo
para ocasionar rivalidades innecesarias, la solidaridad internacionalista se
pone en vigencia hoy con más fuerza que nunca.
Porque nunca como ahora se hace imperativa la
fraternidad de los trabajadores peruanos y chilenos. Porque para nosotros no
existen las fronteras para la lucha que nos hermana porque el enemigo es uno:
los capitalistas peruanos y chilenos que se burlan de este litigio porque
cualquiera que sea la resolución de La Haya, sus intereses seguirán garantizados
a ambos lados de la supuesta frontera.
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