domingo, 16 de febrero de 2014

El Estado y el “aumentazo”

Cuanto debiera ganar un ministro

El aumentazo decretado por el gobierno del nacionalista de pacotilla, Ollanta Humala, y pregonado por el ministro de “su” economía MiguelCastilla, revela, una vez más, la verdadera naturaleza del Estado peruano.
Vale la pena abordar el tema una vez más. En la historia, como nos lo señala Federico Engels, en El origen de la familias, la propiedad privada y el Estado, que puede leerse a través de Internet (http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/el_origen_de_la_familia.pdf), 
“El Estado no es, en modo alguno, un Poder impuesto desde fuera a la sociedad; afirma Engels, ni es tampoco 'la realidad de la idea moral', 'la imagen y la realidad de la razón', como afirma Hegel. El Estado es, más bien, un producto de la sociedad al llegar a una determinada fase de desarrollo; es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los límites del 'orden'. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado".

Lo que quiere decir es que en su origen,
en el desarrollo de las sociedades, cuando éstas se dividen en clases antagónicas, aparece de pronto el Estado como una forma de árbitro, pero que, en el fondo, representa a las clases dominantes. Este axioma cambia en la historia de cada país y en nuestro caso peruano, el Estado es una institución que surge de la derrota del Tahuantinsuyo, que luego de una dura guerra entre la corona de España y los conquistadores se impuso un Estado colonial que no fue cualitativamente modificado con la independencia del Perú y la constitución de un Estado republicano.

El Estado actual, como herencia colonial,
no considera a la mayoría de habitantes del Perú como semejante a la clase que monopoliza el poder republicano. La constatación de que no importa quien gane las elecciones, la burguesía testaferra, como la llamaba Mariátegui, que además es derechista y reaccionaria nunca pierde el poder. El caso de Ollanta Humala, que hace años pareció un candidato contestatario, al demandar una gran transformación que, al llegar a Palacio, se convirtió en un cambio del uniforme nacionalista al de guachimán del sistema, no es excepcional.

Lo paradójico es que la izquierda
del bloque democrático popular (BDP, stalinistas, maoístas, social-cristianos, y demás yerbas), no aprenda la lección. Curiosamente, César Lévano, cuya admiración a su constancia y lucha por el socialismo no decaerá aunque forme parte del Bdp, afirma en reciente columna, refiriéndose y rechazando el paquetazo: “También planteó Castilla que derogar el aumento, en función de un deseo de igualdad, conduciría a una inflación galopante y a un estado de ingobernabilidad. Ese es un sofisma. Nadie propone que se aumente a otros servidores del Estado en la misma proporción que a los ministros. Nadie pide que un maestro gane lo mismo que Castilla, aunque un maestro puede ser más útil que aquel para el país”.

¿Por qué nó?
¿Por qué no se puede exigir no sólo que se doble el salario a maestros y servidores de base del Estado? ¿Por qué no se puede pedir que todos los peruanos se aproximen a los niveles de vida de Castilla?
El propio Lévano contesta “No se trata, entonces, de propiciar un igualitarismo descabellado”. Esta respuesta nos hace “¡Plop!” como el de Condorito.
¡Ay¡ Si uno de los cuadros más lúcidos de la izquierda peruana opina así, qué lejos, entonces, estamos del cambio socialista.

Somos descabellados, pé
Marx, después de la derrota de la Comuna de París, 1871, extrajo las mejores lecciones de esta fallida primera revolución proletaria que se dio en el mundo, de allí extrajo las principales lecciones para una propuesta de Estado de transición del capitalismo al socialismo. Para ello recordó la fecha 1 de Abril del mismo año en que la Comuna decretó que los salarios de los funcionarios y nuevos representantes del pueblo no debiera exceder al salario promedio de un obrero calificado. Esto se basaba en la idea de que los servidores del pueblo no debían pretender servirse de este para acumular fortunas. Esta Ley tenía un complemento en otra, la ley de la elegibilidad y revocabilidad inmediata, de los funcionarios que no cumplieran bien con sus funciones, además, para evitar el transfuguismo una forma de traición a los trabajadores que habían alcanzado el poder para beneficio de toda la sociedad.

Que lejos suenan estos principios
que son la base del socialismo que queremos en el Perú, confrontado con aquellos para los que el socialismo se mueve en una combi cuyo camino está llenos de paradas, baches y sobre todo “etapas”. Muy importante las etapas para los oportunistas que nunca hablan de la revolución socialista, pero sí de cómo subirse al carro de quien puede permitir que le caiga un “alguito” del poder. Cosa que ya fue demostrado por Humala, luego de llegar a Palacio, en la manera como les pagó a aquellos líderes de izquierda, hoy reagrupados en un supuesto Frente Amplio, cuya frente no llega a dos dedos. Y que nos perdonen esta expresión, los muchos jóvenes que por no saber la historia del oportunismo peruano, hoy colaboran poniendo toda su energía en el triunfo de este movimiento apenas reformista.

El socialismo que queremos y por el que luchamos, en la dirección de restaurar el Bloque socialista fundado por Mariátegui en el Perú, expresa aquí su diferencia con los etapistas. El tiempo lo dirá. (KB)

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