Por Emir Sader
Traducción ALAI
ALAINET
Cuarenta años después del golpe militar que terminó con la más
prolongada democracia latinoamericana e instauró su más brutal
dictadura, Chile debe elegir el domingo a la hija de un militar fiel a
Allende, que murió en la prisión por eso, derrotando a la hija de un
miembro de la Junta Militar de Pinochet.
Pero Chile cambió mucho, desde entonces.
Ya no es el país que se colocó, por primera vez, en la posibilidad de una transición pacífica al socialismo, ni tampoco el de la dictadura pinochetista. Hubo una dictadura feroz de 17 años y una larga transición, con 20 años de gobiernos de la alianza socialista-demócrata cristiana (partidos que estaban en campos opuestos en el momento del golpe militar) y un breve gobierno neo-pinochetista, de Sebastián Piñera.
Ya no es el país que se colocó, por primera vez, en la posibilidad de una transición pacífica al socialismo, ni tampoco el de la dictadura pinochetista. Hubo una dictadura feroz de 17 años y una larga transición, con 20 años de gobiernos de la alianza socialista-demócrata cristiana (partidos que estaban en campos opuestos en el momento del golpe militar) y un breve gobierno neo-pinochetista, de Sebastián Piñera.
En ese tránsito Chile se transformó en un “caso” típico de los
organismos internacionales del neoliberalismo –Banco Mundial, FMI-, como
el país exitoso de economía de mercado en el continente. Pero, como
contrapartida, el país que era de los menos desiguales del continente,
se desplazó al otro lado, convirtiéndose uno de los más desiguales.
Porque la alianza de los dos partidos, incluso sucediendo a la
dictadura, mantuvo el modelo económico neoliberal de Pinochet, buscando
sólo disminuir las desigualdades sociales, en el margen estrecho en que
eso es posible.
Las grandes movilizaciones estudiantiles de los últimos años
quebraron el prestigio de Sebastián Piñera –miembro del millonario grupo
que detenta, entre otras empresas, a Lan Chile, que compró la Tam-, que
había ascendido con la fórmula de empresario exitoso que va a realizar
una administración eficiente del Estado.
Como Pinochet había privatizado totalmente la enseñanza superior,
además de elitizarla aún más, gran parte de las familias de clase media
quebró, porque contrajo deudas para pagar los estudios de los hijos.
Fue en ese marco que los estudiantes se movilizaron, con gran apoyo de
la población, para exigir el retorno del carácter público de la
educación superior.
Las movilizaciones afectaron de forma directa e irreversible el
prestigio de Piñera y abrieron camino para el retorno de Bachelet. Ella
presentó un plan de rescate de las universidades públicas en un plazo
de 5 años – la principal novedad de su programa en relación a su
gobierno anterior.
A pesar de seguir con el Tratado de Libre Comercio con los EE.UU.,
Bachelet afirma que el país se distanciará de la Alianza para el
Pacífico y que lo aproximará a Unasur y al Mercosur, cambiando el perfil
de la política externa del gobierno Piñera e incluso de su gobierno
anterior. Bachelet gobernó hasta 2008, el año del inicio de la crisis
recesiva en el centro del capitalismo. Ella llegó a decretar algún
apoyo a los ancianos, los más fragilizados por los efectos de la crisis,
dado que la alianza socialista-demócrata cristiana había mantenido la
privatización de la seguridad social chilena.
La crisis reveló que quién resistió mejor a sus efectos recesivos
fue quién incrementó los intercambios regionales y Sur-Sur, además de
intensificar las políticas de redistribución de renta, que extienden el
mercado interno de consumo popular. En contra vía del modelo chileno,
que tiene en la exportación su sector más dinámico y en las altas
esferas del consumo.
El equipo escogido por Bachelet para gobernar no difiere mucho del
anterior, lo que permite delinear aún el alcance de las diferencias en
relación a su gobierno anterior.
Lo que es seguro es que el retorno de la derecha neo-pinochetista a
la presidencia de Chile, incluso teniendo aires eufóricos hace cuatro
años, fue catastrófico. Aun así, Piñera intenta distanciarse de las
posiciones más duras de la derecha, con la esperanza de poder volver a
ser candidato en cuatro años más. Pero sólo tendría oportunidades si de
la misma forma que a finales del gobierno anterior de Bachelet, con
gran apoyo popular, la alianza socialista-comunista sigue apelando a sus
viejos y desgastados cuadros, como fue Eduardo Frei, ex-presidente,
derrotado contundentemente por la derecha
No hay comentarios.:
Publicar un comentario