Por Carlos
Bernales
¿Ollanta, Nadine, Castilla. La Confiep?
Lo cierto es que desde que llegó Humala a la
presidencia, salvo juramentar por la Constitución de 79, que levantó polvareda
en la derecha y sacó a relucir el cuchillo naranja en la boca de Martha Chávez,
no resulta falsa la idea de que el Perú se maneja con “piloto automático”.
¿Entonces, quien es el que comanda la nave? La respuesta la acaba de dar el
nuevo escandalete armado por los medios, en los cuales la “Chichi” Valenzuela,
acaba de resucitar como la heroína del culebrón.
La protección brindada al prontuariado
delincuente Óscar López Meneses, calificado como “operador de Montesinos” (y de
Fujimori también o ¿no?), de quien ahora se sospecha que estaba blindado porque
su domicilio podría haber sido un nuevo centro de “chuponeo” y a la vez un
lugar de encuentros misteriosos con el mismísimo “doc”, alias de Vladimiro
Montesinos, quien es solo la punta de un iceberg en cuya base se encuentra algo
que muchos denuncian lo que hasta hoy no se visualizaba bien: el
fujimontesinismo sigue en el poder.
No es que Paniagua, Toledo, García “el
panzón” y Humala hayan gobernado con los lineamientos del documento redactado
en la salita del SIN bajo la vigilancia de Montesinos, la “constitución
delincuencial”, como la llama don Isaac Humala, padre del “cosito” presidente. Es
que los personajes que reinaron en los 90 bajo la dictadura del asco, se
reciclan en el poder con nombres y apellidos.
No es solo que López Meneses haya gozado de una
protección exagerada. Es el propio fujimontesinismo lo que se protege con un
blindaje cuyas llaves del candado las posee el propio Estado, del cual “cosito” no es el presidente sino su
prisionero.
Esa es la razón por la que nadie respeta a
Ollanta Humala. No lo respeta la burguesía de la Confiep, que ya se dio cuenta que hace lo que quiere con él. No lo
respeta la prensa ni la totalidad de medios de comunicación que saben que
“cosito” se orina de susto cuando lo agarran a periodicazos.
Obviamente no lo respetan ni las FFAA ni las
fuerzas policiales, como da cuenta el escandalote de López Meneses, que acusa
directamente al jefe del comando conjunto y que si bien se ha traído abajo
al ministro Pedraza y al asesor Adrián Villafuerte,
alias “Ácido”, otorgándole posibilidades al nuevo premier, César Villanueva, para
recomponer al gabinete hasta donde se lo permita el ministro Castilla, lo
cierto es que el “piloto automático” del neoliberalismo implantado en el Perú
se maneja desde la embajada de la bandera de las franjas y las estrellas.
El desafiante Fujimori que nuevamente ha
vuelto a hacer de las suyas demuestra ser más libre que Humala, y que la cárcel
dorada mayor es la del Palacio de Gobierno. Hasta se atreve a acusar a Humala
de “montesinista”… ¡qué chiste!
El poco respeto que merece Humala ha desatado
una vez más la furia del padre, don Isaac, quien a gritos le pide que se cambie
del apellido que “ni siquiera Nadine, su mujer, lo usa”. Demás está decir que para
el pueblo, Humala es un apellido que suena a traición.
El desprecio es el
premio que reciben los traidores.
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