martes, 20 de mayo de 2014

El caso Álvarez solo destapa la esencia del Estado de Ellos & Ellas

Marcha contra la discriminación racial, en la Playa Asia (Eisha), en Lima, Perú

Por Cabe
El caso del presidente regional de Ancash, César Álvarez, no es un caso aislado. Tampoco involucra solo a las 19 personas que han sido arrestadas junto a él. Aquí hay más de un gato encerrado. Por lo pronto involucra de manera inmediata a Fuad Khouri, Procurador General de la República, quien en lugar de calentar asiento y poner la lupa, por encargo por supuesto, en Cajamarca donde, qué casualidad el presidente regional es de izquierda y además ¡HORROR! “antiminero, se la pasó mirando de costado cuando se trataba de Álvarez, Alan García, el “mudo” Comunicore Castañeda y cuantos representan la corrupción en el Perú.
Ni qué decir del Fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, cuyo trabajo parece ser el de archivero y lavandero, porque se las ha pasado “archivando” casos notorios de corrupción del Estado y escobilla y lejía blanqueando las imágenes de Castañeda, Toledo y especialmente de su “con-pañuelo” Alan García. Sí, porque Bardales confesa la religión de la estrella.
Tampoco se salva Enrique Mendoza, presidente de la Corte Suprema, mas interesado en denunciar que los 1,549 millones de soles que recibe de presupuesto por no hacer nada, no le alcanzan para bajarle la venda a la Justicia, sin embargo se la pasa propagando la idea de que la dignidad de los jueces depende del monto de su salario: si ganan poco se corrompen… ¿será cierto que es “tan difícil caminar derecho” como decía una primera dama?
Y ¿dónde dejamos a Óscar Urviola, presidente del Tribunal Constitucional? Este sujeto mas parece presidente de la repartija, porque es otro de los que ha estado muy entretenido decretando acciones de amparo para proteger al delincuente Alan García y demás cómplices al impedir que las propias declaraciones de ese malhechor sirvan como base para la acusación constitucional que pudo surgir de las denuncias contenidas en las investigaciones de la llamada Megacomisión, presidida por uno de los pocos intachables que existen en la política peruana, el congresista Sergio Tejada.

¿Y la PNP (Policía Nacional del Perú)?
Mas parece que las cejas levantadas de Jorge Flores Goycochea, que debieran servir para mantener los ojos bien abiertos, solo son una pose “metrosexual”, de quien se la pasa de tapadera que oculta la corrupción interna, que involucra a su institución, a la que el caso Álvarez, más allá de los actos corruptos de su gobierno, muestra una sospechosa alianza con sicarios prestados de las mafias de narcotraficantes, que merodean al gobierno ancashino convertido en santuario de la delincuencia con la complicidad de la policía.
¿No creen que el presidente Ollanta “cosito” Humala, es también cómplice en este desmadre? ¿No debió ser el primero en distanciarse de los hechos inmundos y de los personajes corruptos que él denunciaba cuando era candidato? ¿Será que le saben algo que lo sujeta más que los brassieres a Nadine?

¿Y los medios de prensa?
Salvo los importantes editoriales de César Lévano y las investigaciones de Raúl Wiener, hay muy pocos periodistas y medios que realmente escapan a la complicidad.
Es que la mayoría de estos medios no solo pertenecen al grupo El Comercio, en el que Martha Meier Miró-Quesada, mandamás de la empresa y su felpudini, Fritz Dubois, ambos comprometidos con la mafia fujimontesinista que gobernó el país en la década de los 90, dirigen la comparsa ideológica del neoliberalismo capitalista a cuyo pensamiento único se consagran.
Lo real es que el “caso Álvarez” destapa un hecho incontrovertible: el Estado capitalista es un ente mafioso actuando con total impunidad representando un sistema que se mueve en la corrupción como pez en el agua. El Estado siempre ha reflejado el modo de actuar de las clases dominantes y hoy se revela que la burguesía, comenzando por aquella de los países imperialistas que es donde comienza la cosa, llegando a la burguesía peruana, flota cómodamente en las aguas salidas de la cloaca capitalista.
Los grandes negocios, los manejos económicos, los tratados de libre comercio, los contratos de explotación de recursos, las contribuciones de las grandes corporaciones, las services, las leyes que se crean desde el Congreso, la constitución fujimontesinista, cada uno de los ministerios, todo lo que se integra al Estado, en absoluto, está marcado por la corrupción.
¿Es posible reformar ese Estado para convertirlo en una institución que gobierne para el bienestar del pueblo?
No.
Es tarea de los revolucionarios socialistas pensar en la destrucción de ese monstruoso Estado criminal. También es tarea pensar en la forma de autogobierno que merecen los pueblos.
Los reformistas, una vez mas, insisten en que de llegar, ellos, al poder lograrán la gran transformación sin destruir al Estado capitalista. Mienten. Sus extrañas alianzas los delatan. En los 90 votaron por Fujimori, pensando en que sería el “mal menor”. Luego soñaron con el Tahuantinsuyo y votaron por Toledo. Nuevamente se sienten “traicionados” por un Humala que nunca dijo que estaba de acuerdo con ellos. Hoy, pensando en las elecciones del 2016, ya tienen la frente amplia (aunque vacía), o el Frente Amplio, y ya se están batiendo en la licuadora con algunos impresentables como la alcaldesa Susana Villarán que al haber perdido la legalidad de su partido Fuerza Social, hoy se apresta a llegar a un acuerdo con Toledo cuyo desprestigiado partido Perú Posible le serviría de vientre de alquiler.

Respecto de estos reformistas hay que recordarle al pueblo que quien marcha en compañía del diablo, nunca alcanza el cielo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario