La derecha ultrarreaccionaria, agrupada en el
fujimontesinismo y el APRA, se han manifestado en contra de los derechos
humanos que para ellos como se insinúa bajo la sotana del cura Cipriani, cardenal
del Perú, son “una cojudez”.
A los reclamos de millones de
mujeres que por ley son impedidas de ejercer derechos sobre sus cuerpos, cuando
exigen la libertad de aborto, se suma ahora la negativa de reconocer la
diversidad sexual, amparándola con leyes que respeten su presencia social y que llegado el
momento cuando se juntan en pareja adquieran derechos matrimoniales.
Los reaccionarios, unos seres
salidos del pasado que quisieran volver a implantar la inquisición para
llevar a la hoguera a quienes no pensamos como ellos, ocultan la realidad como
si fuera posible tapar el sol con un dedo.
Hace años que biólogos, médicos y
siquiatras han querido encontrar las causas de la homosexualidad para
“curarla”, pero ha sido en vano, Finalmente han llegado a la conclusión de que
no se trata de una enfermedad. De modo que la homosexualidad y el lesbianismo
corresponden a realidades científicamente demostrables que la sociedad debe
aceptar sí o sí. Y sin temor alguno. Muchos sicoanalistas han
señalado más de una vez que en el fondo, la homofobia surge en personas
temerosas de su definición sexual y es el temor a caer en la homosexualidad y
en el lesbianismo lo que las enfrenta con personas de esa condición. En otras
palabras, es el temor de sentirse en el closet lo que se convierte en furia
contra la causa de sus temores.
Del lado opuesto, las personas sanas, saludables y seguras de su
identidad sexual, no tienen temor a que la diversidad sexual tenga su correlato
de amparo en las leyes.
Para esto, también debemos tener en claro que vivimos en pleno siglo
XXI, y que hace mucho que se produjo la separación de la iglesia y el Estado,
de modo que la religión tiene su lugar en las parroquias de donde no debe
salir, mucho menos como lo hacen ahora esta nueva alianza entre católicos y cristianos,
que desembozadamente hacen política para influir en las decisiones
legislativas.
Cabeza del conjunto cavernario son los congresistas Julio Rosas y
Carlos Tubino, el primero ha juntado un millón de firmas para oponerse a la
ley, en tanto que el segundo no deja de pronunciarse homofóbicamente en cuanto
debate haya y en su propio twitter donde ha llegado a decir que está
decididamente opuesto a que los homosexuales formen parte de la marina de
guerra peruana, una institución en la que ya ha habido escándalos por conductas
homosexuales.
Quien encabeza la propuesta de Ley de Unión Civil es el congresista,
ex Perú Posible, Carlos Bruce quien hace poco declaró ante las cámaras de
televisión su identidad homosexual. Fue un acto de valentía que no podemos
dejar de saludar a pesar de nuestras discrepancias políticas porque se trata de
un personaje de derecha. También pensamos que su propuesta queda en la mitad
del camino, porque en vez de Unión Civil debiera ampliamente proponerse la ley
de Matrimonio entre parejas del mismo sexo. Pero el temor a enfrentar
abiertamente la oposición a este proyecto, que cuenta con la ayuda de los
medios, hace que la propuesta sea muy blandengue. Posiblemente debido a ella no
prosperará hasta una nueva legislatura.
Sólo los socialistas, consecuentes con la lucha por los derechos
humanos de todos y todas, sabremos llevar hasta el final la lucha por esta
conquista social.
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